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haciendo esfuerzos desesperados para escaparle pero sin la fuerza ya de lograrlo, y no pudiendo siquiera descanzar sus cabezas porque ello significaría ahogarse en la mugre; y ver las vacas ya muertas, medio hundidas en los excrementos liquefiados, esperando la cosecha diaria de cadáveres.

Cuando uno ve estos animales en estas condiciones, y piensa cómo estos mismos animales podrían tener linda vida en un campo abierto y verdeante, uno no puede sino sentir compasión de ellos. Y en tales condiciones, su destino final, la matanza en un matadero - lejos de la vista de los consumidores, para que estos puedan seguir comiendo su carne con conciencia tranquila - debe de ser una verdadera liberación de este purgatorio; más bien infierno.

El último punto de interés, y realmente de sorpresa, es que los ganaderos mandan sus animales para engorde a este corral, o a muchos otros corrales en esta zona, desde distancias verdaderamente increíbles, como ser desde la Florida o de la costa este de Vespuccia.

Mientras estábamos grabando lo anterior, pasamos a lo largo de varios otros campos de concentración de engorde.

Estamos pasando por el pueblo de Texico. Nombre no innocuo. Naturalmente, entreteje Texas y México - se entiende que Nuevo México - para reflejar su ubicación cerca del deslinde entre estos dos estados; en otras palabras, estamos en Nuevo México.

Llegamos a una nueva meta de nuestro viaje; estamos en presencia del sepulcro del famoso William H. Bonney. Pero ¿quién lo conoce a éste? Ah, sí, Billy the Kid, ahora sí, Guillermito, Guillo, el Mocoso, el personaje universalmente famoso, aquel vaquero de aquellos tiempos, que murió a balazos a los 21 años de edad después de haber matado él a 21 personas; o sea un asesinato por cada año de vida.

Y todavía atrae la atención popular como un irresistible imán. Cuando entramos en el cementerio que todavía queda de aquellos tiempos, no pudimos creer nuestros ojos: su tumba, y dos tumbas adyacentes, de dos de sus camaradas, se encuentran en una jaula de rejas de acero como las que se utilizan para guardar fieras en las cárceles zoológicas.

A primera vista, parecería que se quiso encarcelarlo una última vez y para siempre, aun muerto, pero la razón por qué se erigió esta jaula de acero alrededor y encima de su sepulcro la aclara una nota en un marco, que reza así: "La piedra tumbal de Billy the Kid fue robada en 1950; durante 26 años quedó un misterio hasta 1976, cuando se recuperó en Cranberry - Texas; robada otra vez, en febrero de 1981, recuperada otra vez, el 12 de febrero de 1981, en Huntington Beach - California." Es por ello que, el 30 de mayo de 1981, se puso a Billy the Kid y su piedra sepulcral detrás y debajo de barras, y bajo llave.


¡¡¡ La tumba !!!