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Nosotros, esta mañana, nos encontramos inmersos en una planificación a tres horizontes cronológicos. Tratando de decidir qué hacer con Cuernavaca (horizonte I), concluimos que, en esta decisión, tiene influencia capital la decisión de volver o no a Tenochtitlán y enfrentar Ciudad México (horizonte II), (precisamente durante el desayuno, la radio nada hizo para animarnos a ir a Ciudad México, con la noticia de que, ayer, la contaminación en Ciudad México, o Distrito Federal, como dicen, fue particularmente feroz); y a su vez, concluimos que, en esta segunda decisión, de Ciudad México, tiene importante influencia cómo querremos estructurar los últimos meses de esta Expedición (horizonte III). Por ahora, nada logramos determinar porque simplemente hay demasiadas incógnitas a todos los niveles.

Para cambiar de tema, nos vamos a dedicar, ahora, a una sesión de grabación magnetofónica de los mejores tenores de la zona, en el recinto de mejor acústica de la zona, los burros en el anfiteatro arqueológico de Chalcatzingo.



Los tenores de Chalcatzingo

Listo; no es grabación estéreo pero sí demuestra el contraste entre cantar sin o con cámaras de reverberación, con las cuales, voces filamentosas se vuelven ampulosas de vulgaridad y sin las cuales los idolatrados cantantes de hoy, en su mayoría, no serían cantantes. Basta escuchar la sequedad de nuestros burros sin reverberación y la grandiosidad de nuestros burros con reverberación de los peñones, aunque la demostración dure sólo de quince a veinte segundos cada una.

Hoy, no hay Popocatépetl. No se mudó el Popocatépetl, se lo tragó el terrible monstruo de contaminación que siempre pulsa, se arrastra, en avance, en retroceso, por la larguísima pared de serranías que separa esta planicie, del área de Ciudad México. Es terrible. Nunca se ve las sierras menores en claro; frecuentemente, se adivina sólo su perfil de cresta, con la parte baja, invisible; a veces, no se las ve en absoluto, ahogadas totalmente dentro de la contaminación, aunque se siga vislumbrando la cima del Popocatépetl más alto por encima del sudario; hoy, ni el gran Popocatépetl se ve. A sesenta kilómetros de Ciudad México. Terrible. Un nivel de desarrollo que ninguno de los ocupantes precolonenses de este Chalcatzingo conocieron ni soñaron.

Decidido. No vamos a tratar de programar el futuro con tantas incógnitas; vamos a decidir cada eslabón a medida que se presente; y mañana por la mañana, empezaremos por Cuernavaca, lo que podrá resultar, ya sea pasar por, o quedarnos en, Cuernavaca.

Antes de acostarnos, con noche ya cerrada, hicimos una última observación, continuación de observaciones idénticas en las noches anteriores - gracias al >>>>>>>>