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Lo que nunca vimos, muy muy lamentablemente, es cómo la araña extiende su primer hilo sustentador, el hilo maestro aproximadamente horizontal sin el cual nada de lo demás es posible porque todo lo demás cuelga de él, a veces por sobre un abismo de hasta casi dos metros de ancho. Nuestra teoría es, hasta que aprendamos otra cosa, que la araña va largando su hilo a la ventura del viento hasta que el hilo agarre en algo.

A veces, los hilos iniciales de una telaraña son totalmente invisibles, y la única manera de saber que ahí están, es ver la araña caminar, sabiendo que no puede ser en el aire.

No sabemos, pues, si la fuerza eólica tiene influencia aleatoria en la construcción de telarañas, pero parece que la fuerza de gravedad tiene influencia imperativa: ni una sola telaraña horizontal vimos, todas, verticales o casi. Ahora que, pensándolo bien ¿de qué serviría una telaraña horizontal para atrapar insectos en vuelo horizontal? Quizás el imperativo de verticalidad de las telarañas no es el paralelismo con la gravedad sino la perpendicularidad con la línea de vuelo de los insectos.

Naturalmente, cada telaraña tiene su hilo de escape automático, casi como un puente levadizo o un túnel secreto en un castillo medieval, salvo que el hilo de escape no existe hasta el mismo instante cuando se necesita; que es cuando la araña secreta instantáneamente la punta del hilo, la pega a cualquier cosa al alcance de su abdomen, y, siguiendo secretando, se hunde por caída apenas frenada en un escape sin duda temerario y espectacular, colgando de la otra punta del hilo alargándose, hilo pasmosamente tenue, invisible, salvo por reflejo de luz, y cada vez más pasmosamente largo, y alargándose, por un espacio que, para el observador humano, es de sólo pocos metros en cada dirección pero que, para la araña, debe de ser tan falto de límites y de protección como un espacio interplanetario, no sabiendo la araña cuánto le falta bajar, pero no teniendo otro recurso que seguir bajando - salvo que decida que pasó el peligro y decida subir de regreso, lo que hace con toda celeridad, por el mismo hilo, pero sabiendo esta vez, se supone, cuánta distancia le toca recorrer, y haciendo desaparecer el hilo exactamente a medida que lo recorre y ya no lo necesita.

/¯\ Alrededor de nuestro nido de águila, hay grandes alfombras de flores y otras plantas, de perfumes increíbles en variedad, delicadeza, sutileza; increíbles.


Preparando la comida

/¯\ Alrededor de nuestro nido de águila, donde haya terreno sometido a erosión, asoman tiestos de cerámica antigua; tiestos pequeños, no más de ocho centímetros, pero interesantes por la variedad de materiales, de espesores, algunos, incluso con color, e interesantes por la pura cantidad después de tantos siglos.

También vimos cristales de carbón de leña, lado a lado con los tiestos. Nos preguntamos si es carbón de leña arqueológico o más reciente; muy reciente no es.