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que ni para lavar ropa sirve - pero que la gente bebe. La única manera de explicar la situación es que primero se instaló la llave y luego un genio la protegió construyendo la cucha.


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El subdesarrollo no está en la falta de canalización domiciliaria de agua (al contrario, tener que ir a buscarla es garantía de no derroche y buen ejercicio físico) sino en la ubicación de la llave fuera de alcance al fondo de una cucha de perro; el subdesarrollo no está en la falta de agua que sea agua, sino en el exceso de gente. Los Zapotecas históricos seguramente estaban más desarrollados, más a tono con las posibilidades de la naturaleza.

⇔► Por otra parte, astucia en mercadeo de alto vuelo - o sea para forzar las tropillas turísticas por un brete a un corral donde mejor pelarlas - no falta.

El camino hacia las ruinas llega a una bifurcación. Un cartel (por lo menos, hay un cartel) manda por la izquierda: "Zona arqueológica - Mercado de las artesanías"; lo que resulta ser más o menos un incómodo kilómetro de subida y bajada hasta las ruinas. Mientras tanto, ¿a dónde lleva el otro, ignorado, inutilizado, misterioso, ramal hacia la derecha? ... Directamente a las ruinas, por terreno llano, en 200 metros ...

⇔► Incidentalmente,

→ Hablamos con el conductor de uno de los autobuses turísticos esperando el regreso de su manada. Sí, sus turistas están en un viaje desde Ciudad México a Cancún; ahora, los va a llevar a Oaxaca, pero como el próximo trecho, Oaxaca-Tuxtla, lleva doce horas, estos pobrecitos turistas no lo aguantarían; por lo que él, el conductor, viajará solo con el autobús vacío mientras los pobres turistas volarán de Oaxaca a Ciudad México y de Ciudad México a Tuxla - hay que ver un mapa para ver cuán increíble es. Pero así nos lo platicó pausada- y serenamente el conductor.

→ Y otra vez, los increíbles turistas.

•Se puede hacer un perfil de su intelecto en función inversa de su gregarismo; cuanto más agrupados y guiados, casi seguro tanto peor; cuanto más individualistas, probablemente tanto mejor.

•Y hay que verlos tomar fotografías; inenarrable; de donde están y cuando el antojo los agarra; por ejemplo, estos mosaicos, en la sombra, diluidos en la distancia, y, al contrario, los lentes de las cámaras bañados de sol; y obligadamente con alguien, siempre una mujer, en la maravillosa escena. Nos preguntamos por qué tiene que ser siempre un hombre que fotografía y siempre una mujer que está fotografiada; ¿es acaso que la constitución de la mujer es demasiado débil para el manejo de una cámara?