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en las alturas de las serranías vecinas. Parece anticiparnos un nuevo mundo arqueológico.

Del estado de Chiapas, al estado de Oaxaca.

Del pueblo de Tehuantepec hacia la ciudad de Oaxaca, la ruta se aleja oblicuamente de la costa; de inmediato, es obvio que hay serranías en nuestro futuro y que habrá que cruzarlas no por evasivas sino cortando por encima.

En la unión del último llano y del primer pliegue serrano, acabamos de entrar en contacto con dos nuevos actores de la arqueología mexicana, los Zapotecas y los Mixtecas (dícese Mistecas).

Aquí - donde hoy flotan alrededor de los restos de una plataforma y de sus anexos, Guie-Ngola de nombre, la fragancia de la vegetación semi-árida y el silencio - fue que los Mixtecas y los Zapotecas, con una historia de antagonismos entre sí, pero ahora aliados con un mismo propósito, lograron repeler a los Aztecas, a fines del siglo XV, negando a éstos para siempre un nuevo avance de su imperialismo, por lo menos en esta zona; ... a pocos años de estar tragados los tres por el imperialismo español.

Qué lindo sería pernoctar en esta soledad aromática, y ya pernoctamos en lugares similares, pero aquí hay detalles que nos ponen en duda - como ser, en la distancia pero no suficientemente lejos para ignorarlo toda una noche de soledad, un inexplicable humo negro saliendo pareja- y permanentemente de un sitio entre rocas donde nada se ve que justifique su origen.

Adelante pues, sierra arriba, en busca de otro dormitorio, posiblemente con sus propias bellezas.

Larga subida. Y, cuán desafortunado y lastimoso, nada dónde posar las cuatro ruedas ... Habrá que pasar la noche, apretados entre el terrible tráfico mexicano de escapes atronadores, abiertos, antisociales, subdesarrollados, multiplicados por la topografía serrana, y una pared a orilla de un caserío.

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