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En pocas palabras, en cinco pasos - que no hacían prever el uno al siguiente - nos encontramos huéspedes de la gerencia de la Feria Internacional de El Salvador, instalados en el predio permanente de la Feria, protegido - y protegidos nosotros - por un destacamento de 30 ó 40 militares y 30 ó 40 rifles automáticos y metralletas.

Ay, qué noches de serena despreocupación fueron esas así disfrutadas por nosotros, en función de los peligros - reales - allá afuera pero separados de nosotros, como un mundo de otro. Le debemos profunda gratitud a la gerencia. Y nos acordamos, con gratitud no diluida por los años, de otros favores que nos ayudaron, en otros sitios, en otros tiempos de necesidad.

Visitamos el Museo Nacional.

Lograr visitarlo fue una enojosa epopeya. Llegamos a las 12:05; cerrado. Uno de los militares callejeros nos informó que abría sólo dos veces a la semana. Aun tomando en consideración la experiencia adquirida durante esta Expedición de la permanente posibilidad de lo imposible, ello nos pareció imposible. En una biblioteca anexa, telefonearon gentilmente a algún lado y nos transmitieron la información de que el museo abriría a las 14 - de las 14 a las 17. Llegamos a las 16; cerrado. Alguien que parecía saber nos informó que el museo abría solamente de mañana - de las 8 a las 12.

Al día siguiente, llegamos a las 8:10; cerrado. Abriría recién a las 9. A las 9, abrió.

Todo ello - vimos apenas entramos - por culpa de la profunda idiotez de colocar el cartel de horario a 20 pasos dentro del museo, detrás de la cortina de hierro hermética, en vez de colocarlo en la pared externa, al lado de la cortina. Profunda idiotez. Pero no única. ¿No sufrimos cosa semejante en Trujillo, Perú, o Austin, Texas?

Felizmente, el museo tiene, a más de lo que se espera habitualmente en un museo, puntos de alto mérito.

♦ Un mapa en relieve de El Salvador, muy bien hecho y muy bien puesto en ... relieve por luz tangencial.


El mapa en relieve

♦ El atrevimiento de postular abiertamente, en palabras y en ilustraciones, que el poblamiento de América se hizo también por balsas transoceánicas y canoas costeras; ofreciéndose, incluso, la razón por no encontrarse vestigios de los debarques: porque las costas de entonces no eran las de hoy, por haber sido sumergidas durante el pleistoceno.

Una réplica de un corte arqueológico estratigráfico; de varias capas sedimentarias (grava gruesa, grava fina, barro oscuro, barro claro, capa de cenizas - en El Salvador, vulcanismo no se puede ignorar - otro barro oscuro); con varios tipos de tiestos, figurillas, obsidiana, asomando tal como los >>>>>>>>