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vimos un centro olmeca despejado, pero la severidad de las esculturas olmecas coincide con la severidad de esta planificación.

Así fue nuestra visita a "La Casa de los Gestos", Edzná, o Etzná.

Y de inmediato, hacia nuestra próxima meta, Hochob, otro sitio arqueológico.

Ruta desierta, toda nuestra; pero con alivio la regalaríamos a nuestro enemigo si tuviéramos alguno: llena del salvajismo de rompemuelles; algunos, marcados, hay que reconocer, lo que no los justifica, y muchos, sin advertencia, disfrazados en el pavimento, dando golpes bajos a traición; además, las advertencias de rompemuelles nada significan porque, a veces, aparecen a una distancia desconocida antes del peligro, a veces, aparecen exactamente donde está el rompemuelles, y a veces, están, no se sabe por qué, porque no hay rompemuelles, ni cerca ni lejos; todo, como para confundir mejor a los viajeros. Y hay casos de lo que parece ser un rompemuelles pero resulta ser sólo una sombra transversal - así como hay casos de rompemuelles reales pero exactamente alineados con una sombra, e invisibles aun con el mayor cuidado.

Nunca se destacará de más el salvajismo criminal que son esos topes; y, a más del peligro de rotura, el desgaste que ello representa en frenos, disco de embrague, nafta, los propios elásticos porque, por más lento que se pase, no hay manera de evitar una pesada sacudida al forzarse sobre y al caer del tope.

Estamos viendo una nueva forma de chozas; en vez de rectangulares, ovales. ¿Por qué será?

Acabamos de "descubrir" "nuestra" propia ruina maya, que no figura en nómina alguna; sin embargo, se encuentra exactamente al borde de la ruta, y tiene un interesante rasgo que no vimos hasta ahora: una secuencia de columnas con capiteles y dinteles.  Cerca de Sabcabchén.



"Nuestra" ruina

Muchos topónimos contribuyen a crear un ambiente exótico, como ser: Zac-Akal, Noh-Haxche, Ich-Ek, y así, por docenas.

Desvío a Hochob. Hm. ¿Y eso? Nada alentador. Angustiante angostura apretada entre dos paredes de matorrales resecos. Ocho kilómetros de eso nos esperan, según un lugareño.  Más bien es preocupante.

Vamos.

Unica manera de describirlo: siempre en paciente primera, entre las dos paredes de matorrales resecos, duros, raspando cada vez más la carrocería.

Ojo.  Paramos.  Una quema de matorral a un lado de la huella.