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ecuatoriano realmente tiene su origen en una yerba de altura del lado amazónico de los Andes.

Y para terminar con el maíz, y con evocaciones Andes-México; así como se dice que, en el Perú, existe un tipo de algodón que crece en cinco colores naturales: blanco, canela, pardo, morado y gris; que aguanta sequía y sales; pero del cual algodón no conocemos ningún aprovechamiento práctico; así se dice que en México, en la sierra de Manantlán, estado de Jalisco, se descubrió, en 1978, una planta, ya sea antepasado del maíz o un descendiente de un antepasado común de ambas plantas, que
- brota cada año sin necesidad de replantarla,
- sobrevive nieves ocasionales,
- crece en altitudes de hasta 3.000 metros,
- aguanta suelo húmedo,
y que, ya que se puede cruzar con maíz, podría transmitir estas calidades sensacionales al maíz de hoy; pero de la cual planta no conocemos ningún aprovechamiento práctico.

Ultimo, pequeño, detalle, no más grande que la punta de un lápiz, pero que ayuda a dar toda su importancia a las oceánicas cantidades de maíz cultivadas y consumidas hoy en día, y ayuda a destacar la epopeya de su domesticación - quizás, incluso, como símbolo de todas las demás domesticaciones de mucho de lo natural en flora y fauna por la discriminación y paciencia humanas: comparadas con las mazorcas de hoy en día, aquellas paleo-mazorcas no eran más grandes que ... la punta de un lápiz.

De vuelta hacia la ruta. Vale decir, la aventura de otros cuatro exóticos kilómetros retorcidos por entre cactos grandes.

###  Y ahora, a seguir re-emergiendo, hacia una antigüedad menos remota, hacia una de las más antiguas civilizaciones monumentalistas precolonenses de América.

Para ello, habrá que cruzar la cadena de sierras que nos separa del golfo de México, lo que estamos haciendo ya ahora. Tenemos frente a nosotros el Citlaltépetl o Citlaltepec, o sea el cerro Citlal (tépetl, tepec, significan cerro) o sea el Cerro de las Estrellas, la cumbre más alta de México, con algo entre 5.500 y 5.700 metros, según la fuente que se quiera creer; también conocido como volcán Orizaba.

Justo en el momento más oportuno de la tardecita, dimos con una plaza central fabulosa; fabulosa entre las tantas plazas centrales que jamás vimos, y sin despreciar ninguna de ellas; en el pueblito de Tecamalucán; una plaza central con 39 tremendos laureles de la India, cada uno, como cuatro árboles grandes normales, en hileras equidistantes; parece una grandiosa catedral gótica de cuatro naves; y fabulosa para pernoctar.  Qué chiquitos estamos aquí adentro.



Arboleda como pocas, en Tecamalucán

Tiempo para un poco de sarcasmo, basado, lamentablemente, en realidades. Qué orgullo sería este espacio de cuento de hadas para cualquier ciudad de >>>>>>>>