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expresión artística, a esmero individual y manual. Así nos lo confirmó el gerente de la empresa, explicando que estos cuadros en azulejos, una veintena, más o menos, fueron recogidos, salvados si se quiere, de antiguas haciendas y re-ensamblados aquí, en la pared del patio, como una suerte de museo; y concediendo que la mayor parte de los azulejos a la vista de los turistas son azulejos para turistas, hechos industrialmente. No nos sorprende, no hace falta ser técnico para sentir la diferencia. Nos hace pensar en el admirable ñandutí antiguo y en el ñandutí para turistas, en el Paraguay.



Puebla, Reforma 2109, azulejo en el estacionamiento

Y no es lo antiguo o lo moderno la esencia. Ya hemos apreciado obras de azulejos en otras partes, incluso obras modernas, igualmente memorables como éstas en el estacionamiento - con el solo defecto de no tener fanfarria publicitaria bien mantenida.


Otros, en el mismo lugar

Cabe destacar que, como contrapeso a la desilusión de los azulejos, Puebla tiene más estatuas, monumentos, plazas arboladas, que cualquier ciudad de Vespuccia de su tamaño, o incluso varias ciudades de su tamaño juntas; algunas estatuas, muy expresivas; un par de monumentos, llamativos por ser novedosos de manera simple - pura chispa creativa, nada de complicaciones, como ser el monumento a la derrota de los imperialistas franceses; y hay la bandera de quizás quince metros por seis metros en majestuosa ondulación - toda de cemento - parada de canto en el suelo.

Por otra parte, Puebla ofrece iglesias; tema tremendamente trillado, pero Puebla logra ofrecer un par de variaciones un poco individualistas.

*+*  La Catedral. De alta burguesía. Por fuera, corpulenta, firmemente afianzada, decorosamente alejada de cualquier expresividad, ya sea pintoresca, artística o inspiradora; y no muy dada a intimidades con el vulgo.

Por dentro, todo cuanto puede proveer riqueza burguesa para el íntimo, cómodo, bienestar de la familia - en este caso, de la familia de los canónigos, obispos y demás potentados de la jerarquía eclesiástica; y que se las aguante el vulgo, en el poco lugar que queda por los costados, detrás de las columnas, con la vista al altar con frecuencia totalmente tapada.

Así se construían iglesias que tenían el privilegio y honor de ser catedrales, en el siglo XVI. Por otra parte, pensándolo bien, ¿no es una catedral una iglesia con cátedra, por lo tanto una iglesia más ceremonial que funcional - y no tienen los feligreses bastante centenares de iglesias a todos los gustos para poder dejar, de vez en cuando, una iglesia para el clero - según su gusto y necesidad?

Llama la atención que, en la reja que cerca este baluarte del yugo europeo, hay un medallón - centenares de veces repetido en forma de franja - del águila y de la serpiente de los Aztecas.