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> Y cuántas otras arenas movedizas debe de haber en el firme terreno de las ciencias, terreno firme para los avezados expertos y arenas movedizas para los demás; y no por falta de algo por parte de los demás sino por falta de comunicación adecuada por parte de los expertos hacia los demás.

> Naturalmente, no se puede ver y aprender todo lo anterior sin ver y admirar la arquitectura del edificio administrativo central. Se podría describirlo más bien como compuesto de dos edificios muy vecinos paralelos de unos 15 ó 16 pisos e inclinados convexamente uno hacia el otro, apoyándose, en sus partes altas, uno sobre el otro por medio de una red de travesaños, y con el espacio entre los dos cerrado como un vasto invernadero, creando así un espacio protegido de la intemperie donde tienen plantas hasta exóticas, como por ejemplo de Java.

                     
                      El edificio                             

Un detalle bien único y divertido en el comedor es la presencia indispensable y conspicua en cada mesa - junto con los elementos habituales como ser azúcar, sal, pimienta, servilletas y limpiadientes - de un grueso cuaderno de papel blanco para los intercambios cerebrales de los científicos en improvisadas tertulias alrededor de un cafecito.

Así fue nuestra visita de Fermilab, de nombre completo, Laboratorio Acelerador Nacional Fermi, manejado por un consorcio de 54 universidades en nombre del gobierno.

Fermi, por el Italiano Enrico Fermi, quien fue el que logró la primera fisión en cadena controlada; aquí, en Chicago, en 1942.

Pero estamos en la misma situación que con Guglielmo Marconi y su telégrafo hertziano. Para un único nombre glorioso, ¿cuántos nombres de precursores, colaboradores, injustamente desconocidos?

En cuanto a colaboradores y colegas de los más inmediatos, nada más que en el experimento de la primera cadena de fisiones, hubo por lo menos 43 científicos presentes, y quizás 48 - tenemos a la vista dos listas de nombres, y no concuerdan, lo que, de por sí, da la pauta de la falta de reconocimiento acordado a los cooperadores directos.

En cuanto a precursores, habría que empezar con el descubrimiento de la muy poco evidente existencia de materias que espontáneamente, por naturaleza, emiten rayos totalmente invisibles y profundamente penetrantes, por Antoine Henri Becquerel, en París, en 1896; y de ahí, reconstituir toda la evolución de los demás descubrimientos que, indispensable peldaño por indispensable peldaño, llevaron a la primera cadena controlada de fisiones; incluyendo el penúltimo peldaño, el descubrimiento de que neutrones podrían desintegrar lo que, en aquel momento, eran todavía átomos, por el propio Fermi en cooperación con otros - otra vez anónimos - en Roma, en 1934; e incluyendo el último peldaño, el logro de una fisión de un, ahora, exátomo de uranio, por Otto Hahn y Fritz Strassman, en Berlín, en 1939.