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Finalmente, en cuanto a lo físico, este zigurat de excepción tiene algo en común con los más ordinarios túmulos en Vespuccia. No es una construcción levantada nueva de par en par desde tierra rasa. Lo que se ve es solamente la última capa exterior agregada por encima de una estructura anterior; la cual, a su vez, envuelve una estructura anterior; la cual, a su vez, envuelve una estructura anterior; la cual, bueno, hay así una encimada de seis estructuras anteriores envolviéndose sucesivamente debajo de lo que se ve; que, por lo tanto, es un zigurat camisa.  Y hay otras estructuras camisas en El Tajín.

Finalmente, en lo espiritual, este Zigurat de los Nichos y su templo estaban dedicados a los dioses de la lluvia y del viento.

Y ahora, podemos volver a los motivos de dragones entrelazados y al aspecto general de este zigurat.

No hace falta ser cultor de heterodoxas teorías para, al mirar este Zigurat de los Nichos, irresistiblemente rememorarse estructuras, si no hermanas, primas, de Asia suroriental - como, por ejemplo, el zigurat Fimcana-cas en Angkor Tom, en Campuchea. Y los dragones sólo facilitan el paralelismo. Curiosamente, empero, de los siglos X-XI, o sea no anterior a El Tajín.



¿No cierto?

Cuando el muralista mexicano Diego Rivera eligió por tema de uno de sus murales una re-imaginación pictórica del Zigurat de los Nichos en su estado original, le agregó, como techo del templo que, ahora, le falta, no sin alguna profunda necesidad o afinidad estética, un techo puramente asiático.