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Cambió el ambiente: más llano, menos áspero, pastajes limpios, campos cultivados.

Qué sorpresa, una estancia de la raza Simenthal suiza; ¿qué hace semejante raza de las alturas frescas suizas aquí en estos bari-intertropos?

Y ahora, como para confirmar que lo inesperado es lo habitual por aquí, un pastoreo lleno de Herefords.

A corta distancia de Tampico, nos desviamos de la carretera principal por un camino rural, en busca de un dormitorio, lejos del tremendo bochinche del tráfico, casi, si bien no, tan infernal como el bochinche que todavía nos resuena en los oídos, de nuestra pasada por la otra mitad de México.

Finalmente - y muy lamentablemente - hoy, reaparecieron los basurales, casi, si bien no, tan ininterrumpidos como en la otra mitad de México. Justamente, donde estamos estacionados en la tranquilidad agreste de campos arados, hay, del otro lado del camino, algo de basura.



Como aquí

Hasta basura puede contar cosas. Aquí, uno de los grandes pedazos es una voluminosa caja de una famosa marca de juguetes vespucciana, en este caso, ex-envoltorio de un conjunto de 50 chucherías de plástico. ¿Cómo es, que un país no es capaz de producir juguetes para sus propios niños, que sangra sus vacilantes reservas monetarias para importarlos del exterior y, sobre todo, cómo es que deja sus niños ser infiltrados, o sea su propio futuro ser disuelto, por influencias extranjerizantes, y por colmo, de una idiosincrasia tan ajena a la suya propia?

La radiodifusión confirma la basura en cuanto a la absorción - y aparentemente libremente consentida, y hasta bienvenida - de lo extranjerizante; tanto más sorprendente cuando se considera los antecedentes históricos; aquí, a 500 kilómetros de la frontera (en la práctica, más bien 600 kilómetros, recién sintonizamos 28 radiodifusoras en un idioma y 23 en el otro - sí, pero 28, en inglés, y sólo 23, en castellano; y aun entre las 23 castellanas en términos de idioma, 20, en cuerpo y alma, vespuccianas; incluso, una de aquí mismo, de Tampico, que se podría tildar de tránsfuga, con sólo sus anuncios en castellano, y todo lo demás en vespucciano.

También se puede notar que las estaciones en inglés - y de distancias tan alejadas como hasta Houston - utilizan, en su mayoría, el mejor medio, de frecuencias moduladas (20 de las 28), y que las estaciones en idioma castellano utilizan, en su mayoría, el peor medio, de amplitudes moduladas (19 de las 23).

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