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Hele que, esta tardecita, se despedazó la nubosidad; qué hermosura, estas formas y estos colores del anochecer después de tanto tiempo de un sudario gris. Nos hace pensar, en la maravilla de la primera gota de agua que vimos brillar y palpitar de vida después del profundo frío del Artico, o en la maravilla de las primeras estrellas después de la falta de noches, también en el Artico.

Ahora mismo, está despejado, hay estrellas.  ¿Será un buen agüero para mañana?

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*

No. Las multiformes y policromas nubes, el Sol mismo, de anoche, fueron sólo una función vespertina.  Esta mañana, gris, gris.

Pero, hacia México.

México.  Otra vez México.

El cruce de la frontera fue con una sorpresa, y con la suavidad de un trato de caballeros.

La salida de Vespuccia fue, como ya sabemos que es la norma, sin puesto fronterizo, sin sellados, sin controles, sin nadie a la vista.

La sorpresa fue que el río fronterizo, honrado por los Mexicanos como río Bravo y por los Vespuccianos como río Grande, no es ni bravo ni grande, sino tímidamente encogido entre sus barrancos. Probablemente, otro caso de un río chupado hasta su última gota por derivaciones, de riego y otras.

Incidentalmente, no es extraño que dos países llamen un río de dos maneras diferentes, pero es extraño que Vespuccia tenga su propio nombre del río también en castellano. Claro, son miles los topónimos españoles desde Texas a Alta California, dejados por los Españoles y sus sucesores mexicanos, pero si los Vespuccianos quieren darle al río un nombre diferente ¿por qué lo aceptan en castellano, por qué no se lo dan en inglés? Hay que reconocer que, por lo menos, lo escriben sin el acento en la "i", y lo pronuncian sin la "e" final. Y lo utilizan como quien no entiende el significado porque hablan no de Rio Grand' sino de río Rio Grand', o sea, en inglés, Rio Grand' River.

La suavidad del trato de caballeros fue en la aduana mexicana.

Llegado el momento de revisar el coche y su contenido, los vistas, en vez de revisar coche y contenido, nos entregaron el documento de admisión al país con su bendición para seguir viaje, y recién luego, con toda caballerosidad, cuando ya no tenían ninguna palanca sobre nosotros, sugirieron (no pidieron, >>>>>>>>