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faltan aquí. Quizás la imagen legendaria data de una época anterior al éxodo negro hacia el norte.  Veremos.  Seguiremos observando.

Ahora, aquí vamos a doblar otra vez hacia el suroeste, otra vez hacia nuestra meta original de hoy, el puerto de Mobile, o mejor dicho el estuario a la orilla del cual se encuentra Mobile.

Aquí también dobló la expedición de De Soto, pero más hacia el oeste, así que, otra vez, nuestros derroteros se separan - y, esta vez, por última vez, porque el destino de De Soto era morir poco tiempo después, de penurias y enfermedad, antes de haber terminado su empresa.

De Selma, nosotros, hacia el suroeste, pues.

Bosques de pinos en explotación industrial. Recién estuvimos observando un elefante mecánico que manejaba largos troncos, varios a la vez, con facilidad y precisión, como si hubiesen sido fósforos.

Ahora, algodón. Grandes extensiones chatas de algodón; en cosecha ya muy adelantada: algunos campos todavía nevados;



Aquí, campo todavía nevado

otros, con sólo el rastrojo seco que queda después de la cosecha, como un inmenso cepillo; otros, incluso, ya arados

-"esperando el año que viene porque, aquí, lo único que se planta es algodón", nos explicó recién un hacendado. "No es rotación de cultivos", nos dijo, "pero cuando plantamos soya, perdimos dinero. Además, algodón no agota el suelo como otros cultivos".

Mientras observábamos una cosechadora cavernosa encaminándose con bastante rapidez y toda precisión por entre las hileras de algodón, pelando los copos de algodón con una combinación de dedos de acero y de dedos de goma, cada tipo, en su cilindro respectivo, aprendimos una similitud entre tomate y algodón.

Así como, antiguamente, se cosechaba tomates a mano, a medida que maduraban, en sucesivas pasadas por el campo, y ahora se cosecha mecánicamente sólo los tomates todavía no maduros, en una sola pasada del campo, sacrificando los lindos tomates ya maduros, así también, antiguamente, se cosechaba el algodón a mano, a medida que los copos iban madurando, en sucesivas pasadas por el campo, pero ahora se cosecha mecánicamente cuando la mayoría óptima de los copos llega a su madurez, sacrificando los copos todavía no maduros, aunque pudiesen madurar más tarde.

Comparar con aquella mentalidad, respetuosa de los frutos de la naturaleza, y parcimoniosa en su utilización, cuando, en la Chequia (la mal-llamada Bohemia) de nuestra niñez, y seguramente en otras partes de Europa, después de la cosecha de trigo, centeno, etc., la gente iba a recorrer los campos paso a paso y recoger las espigas sueltas remanentes de la cosecha, una a una, a mano; o largaba en los campos manadas de gansos.