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Pero ese arqueólogo, por su sola presencia, alteró por un instante nuestra habitual consciencia de la unidad de lugar donde existimos; el conflicto de percepción era de cómo podíamos haber llegado a un sitio de túmulos vespuccianos pero estar viendo visiones mayas. Las visiones mayas, se nos re-equilibró la mente en un relámpago, eran los propios rasgos del arqueólogo, la nariz, las mejillas, como habíamos visto tantas veces en ilustraciones - todavía no en la realidad.

Preguntamos.  Sí, es maya.

Naturalmente, olvidándonos de lo demás, nuestra pregunta obvia fue qué hacía aquí, cuando hay tantas cosas fascinantes que estudiar, y seguramente todavía que descubrir, en su propia cultura allá, en Yucatán y alrededores; cuando tantas expediciones arqueológicas van repetidamente de aquí para allá.

Explicaciones:

1) tendría miedo de no guardar su objetividad, estudiando la grandeza de su >propia cultura;
2) le interesa tanto la arqueología invisible como la arqueología monumental;
3) a pesar de lo dicho, estuvo, y estaría, interesado en una excavación en >>>Guatemala, en un sitio que está por desaparecer por el crecimiento del >>>pueblo vecino, una excavación que las propias autoridades municipales >>>desean llevar adelante; pero, cada vez que se estuvo a punto de firmar un >>>contrato, lo que ya fue varias veces, cada vez hubo un cambio de políticos >>>de turno, y hubo que empezar nuevamente.

Volviendo al tema, en Moundville se cumplieron nuestras expectativas y nuestras esperanzas.

Según las expectativas, hay túmulos de muy poca presencia, más exactamente, simples plataformas - la palabra túmulo realmente no corresponde; 21 plataformas, en total; de superficies, desde reducidas a menos reducidas, y de alturas más bien mínimas, salvo una, que domina (por un poco) lo demás. Todas, plataformas para edificios.  Ninguna, para sepelios.


Las plataformas

Lo diferente, y mejor, visualmente, en este sitio, en contraste con los demás sitios similares ya visitados, es que, aquí, se abarca claramente de un vistazo como cinco a ocho plataformas, las que, caminando, no son siempre las mismas cinco a ocho, por lo que se logra un buen concepto de sus relaciones espaciales en las 124 hectáreas.

Según las esperanzas, encontramos bastante substancia en lo no-monumental, o sea en lo decorativo, y quizás substancia más enigmática de la que podría haber en un monumento; sin omitir la aparente similitud - si bien todavía no de comprobada relación, según nos advirtió nuestro arqueólogo maya - con estilos mexicanos, especialmente, se dice, tolteca.