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movimientos supuestamente necesarios - cuando, en realidad, se trata de una mecha de soldadura, que finalmente emite la consabida llama azul, común en cualquier taller de soldadura.

Nunca podríamos haber aprendido aquí lo que aprendimos en la Florida; ni siquiera podríamos haber tomado las fotografías que tomamos en la Florida. Sin embargo, hay que saber apreciar la sinceridad del esfuerzo sin considerar los resultados, o quizás habría que dividir el mundo en dos: Cabo Cañaveral, para ciertos adultos y niños; Huntsville, para niños de todas las edades.

Mañana, nos quedaremos un día en el bosque detrás del campo de concentración.

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Cinco días más tarde, y todavía en Huntsville.

Sucede que durante aquel día en el bosque se nos ocurrió cambiar el vendaje de cintas impermeables que tapaba las manchas de herrumbre de la carrosería. Nos quedamos horrorizados por la expansión de la corrosión. Decidimos hacer algo; cualquier cosa siendo mejor que nada, aun en una lucha sin esperanza a largo plazo contra la herrumbre; algo que por lo menos aguante hasta el fin de esta Expedición.

En buscar a quién creer, en la diversidad de opiniones en cuanto a qué hacer y cómo hacerlo; y luego, en someter el vehículo a la cirugía, pasamos todos esos días. Se nos aseguró que el vehículo aguantará mucho más que el año más o menos que todavía falta para terminar la Expedición.

También, se nos descompuso la baliza giratoria de luz roja tipo ambulancia o policía que tenemos.  Ello también requirió su tiempo para arreglarlo.

Durante nuestras correrías, vimos que Huntsville también, así como Atlanta, está dividida en dos zonas, una blanca, una negra (en orden alfabético), y de manera bastante radical. A menos de meterse en la zona negra, hay tan pocos Negros a la vista en la zona blanca que uno casi se olvida que existen; y viceversa con los Blancos en la zona negra.

También aquí sigue el fantasma de la Confederación: por ejemplo, aquí, como en muchos otros sitios del sureste, vimos coches con la típica bandera confederada;


Aquí está

por ejemplo, el dueño del taller de chapistería se explayó sobre la heroica muerte de tres tíos abuelos suyos en la Guerra de Secesión; por ejemplo, también nos mencionó que, en una cierta escuela de Huntsville bajo la advocación del prócer confederado General Robert E. Lee, y en otras escuelas del sureste, sigue flameando la bandera confederada.