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una fortuna en tecnología, tanto más sujeta a descomponerse cuanto más complicada, siempre expuesta a la inexorable intemperie, en vez de cinco o diez machetes y la oportunidad para los macheteros de alimentar sus familias. Sin entrar a comparar el bochinche de la máquina con la tranquilidad de los machetes.

Viajando hacia la ciudad de Winston-Salem, para una nueva visita industrial en mucho tiempo, una fábrica de cigarrillos. Ser enemigo inexorable de la estupidez de fumar no impide ser admirador del genio humano ilustrado en los procesos industriales. El interés principal, quizás el único interés para nosotros en esta visita, será ver la diferencia de tecnología entre el proceso de fabricar cigarrillos como lo vimos en Quisqueya, se supone no exactamente al día, y este proceso, se supone a la vanguardia de la industria. Ciudad intermedia en nuestro camino, Raleigh.

Por ahora, un mosaico, de campitos, de maíz en crecimiento, de tabaco en crecimiento, de trigo ya maduro, a veces ya cosechado, de soya; de bosques sueltos; de casas prefabricadas, algunas ambulantes, otras más sedentarias, pero aquí no acumuladas en recintos de concentración como en la Florida, sino esparcidas; de antenas parabólicas de recepción de televisión desde satélites, a veces en combinación bastante incongrua con una casucha más bien menesterosa; y también de ocasionales centros comerciales con sus estacionamientos a cuyas extensiones todavía no nos acostumbramos.

Los pedazos de bosques no infrecuentemente nos hacen pensar en la destrucción de la selva amazónica porque aquí, también, van desapareciendo por corte y fuego; claro, mientras, en la Amazonia, es un crimen lesa-humanidad que todo el mundo, incluso y especialmente los extranjeros, critica, aquí, es el legítimo derecho de dar a la tierra el uso más provechoso para su dueño.

Mirando las casas, nos preguntamos dónde está el viejísimo principio de in-muebles y de hipoteca sobre una casa, con estas casas que pueden desaparecer, en una noche, por mudanza, y en una hora, por fuego.



Aquí, mudando una, cerca de Brunswick

Cruzamos el río Roanoke.  También se lo podría llamar río de la Incertidumbre.

Resulta que, desparramados a lo largo de su valle, se fue encontrando, entre los años 1944 y 1952, no menos de 16 sitios con pedazos de hierro bien extraño - de hierro trabajado a martillo directamente de la reducción del mineral férrico, o sea sin el proceso intermedio de eliminar las impurezas.

La incertidumbre es: ¿quién, cuándo, para qué?  O, más específicamente: ¿colonial primitivo, paraborigen precolonense, extracontinental precolonense?

Para complicar el asunto más aún, en un sitio - que ahora no estamos seguros si es uno de los 16 sitios u otro sitio más - se encontró, en esos mismos años - hallazgo notable de por sí, e increíble por su contraste con el hierro >>>>>>>>