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Pronto decide nombrar la tierra a su izquierda, y 
         la llama  .  .  .  .  .  .  .  Annunciata,                        (1)
según ya notamos. Se cree que se trata de la zona general de las dos
Carolinas de hoy; norte, y quizás sur también.

Y pronto llega a su gran descubrimiento, a esto, que se 
         podría llamar  .  .  .  .  .   istmo de Verrazno;                 (2)

y más importantemente, a lo que él ve desde el nivel de su nave en el Atlántico, por encima de esta estrecha franja de tierra: otra agua, hacia el poniente, y hasta el infinito del horizonte.

Indudablemente, el anhelado mar de China y Japón, piensa él.

Cuando se mira un mapa de hoy y, al poniente del istmo, el seno Pamlico, puede parecer extraño o romántico o exagerado que alguien, mirando desde el Atlántico por encima de esta banda de tierra, pudiese haber pensado que está viendo la inmensidad de la Mar Oriental de China y Japón. Pero, a nosotros, confrontados, desde este mismo istmo, con la misma inmensidad de agua sin límite en el mismo horizonte, y haciendo abstracción del conocimiento teórico de las cosas por los mapas de hoy, nos es muy fácil compartir la impresión de Verrazano y soñar con China y Japón, Catay y Cipango.

Lo que no se entiende, y en ello está el primer cristal bien increíble, es que Verrazano se haya conformado, en tan fundamental asunto, con tan somera, aun cuando aparentemente convincente, observación, y no haya pasado a investigar más en detalle la otra agua, cuando, ciertamente, se hubiese dado cuenta de la ilusión.

De todos modos, así no hizo y siguió costeando hacia el norte.

Quizás Verrazano tuvo una buena inspiración cuando no se demoró en estas aguas repletas de traicioneros, movedizos, bancos de arena sub-acuáticos. Su barco podría haber sido el primero de los centenares en naufragar por aquí desde entonces.

Y siguió acuñando y distribuyendo cartas de identidad a estas tierras para él anónimas.
         Llamó    Arcadia           lo que hoy es    Maryland              (3)
                  Vendôme           lo que hoy es    Delaware              (4)
                  Côte de Lorraine  lo que hoy es    New Jersey            (5)

Y el gran continente detrás de todo eso, que él no veía pero intuía,
lo llamó, estando él al servicio de Francia, Francesca.

       Y llamó    Baie Sainte Marguerite                                   (6)
la bahía de entrada al sitio de la ciudad de Nueva York, donde hoy
se estira el monumental puente suspendido Verrazano.

       Y llamó    Angoulême                                                (7)
lo que, luego, fue Nieuw Amsterdam, y, luego, fue el germen de la
ciudad de Nueva York.