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Es un pantano, no de cañas y juncos sino de bosques; dónde puede crecer algo, crecen árboles; lo curioso es que no tienen su sistema radicular en la tierra firme subyacente sino en la turba más o menos blanda que se fue acumulando sobre siglos y milenios, de manera que, cuando algo hace temblar la turba, el temblor se repercute en los árboles.

También vimos un venado; parece que hay unos 1.200 venados. No vimos, pero parece que hay, osos negros, unos 300.

Los yacarés nos parecen mucho más adelantados y modernos que sus congéneres del Pantanal brasileño: vimos uno disfrutando una gaseosa - por lo menos, tenía la lata convenientemente al alcance de pata y boca; otros yacarés también deben de deleitarse con gaseosas, por la cantidad de latas que vimos en varios sitios, a no ser que sea la habitual chanchería de los centenares de turistas que pasan por aquí cada día.



¡Es otro ambiente que en el Pantanal!

Por lo menos, se puede, aquí, lo que no se puede en el Pantanal: alquilar botecitos a motor o participar de una visita guiada.

Mientras recorríamos los meandros, observando las aguas negras, las plantas acuáticas, los yacarés, los árboles, tratamos de entender, de descubrir, por qué el Pantanal de Brasil y el Atrato de Colombia dejarán una impresión indeleble en nosotros, mientras que eso dejará sólo un recuerdo. ¿No es acaso agua como agua, yacarés como yacarés, y la vegetación, si bien no idéntica, interesante, cada una a su manera? Es probablemente porque, en vez de los capibaras, de los yabirúes, y de otros animales allá, aquí, hay flotillas de turistas en barquitos alquilados, casi como en un lago de parque urbano; y, en vez de la consciencia, allá, de las inmensidades alrededor, todavía como las hizo la naturaleza, la consciencia, aquí, de que ésta es sólo una naturaleza condicional, cercada por los cuatro costados por autopistas y todo lo demás.

Por lo menos, hay mentalidad, aquí, como probablemente no hay en el Atrato o el Pantanal, para chistes. Se nos aseguró que, si bien, de vez en cuando, hay gente que cae al agua, nunca nadie se ahogó - porque siempre se lo traga un yacaré antes de que tenga tiempo de ahogarse.

Ahora, a ver si lo siguiente es chiste o no.

Un yacaré que paseaba a lo largo de un cerco de tejido de alambre de una altura de quizás 2,20 metros/2,50 metros, vio, del otro lado, una perra con sus cachorros, vale decir que vio uno de los bocados favoritos de cualquier yacaré. No se molestó por el cerco, trepó los dos-metros-y-tanto del cerco de tejido de alambre, y estaba por bajar del otro lado cuando el dueño salvó perra y cachorros.

¿Chiste o no chiste? Si alguien nos contara esto, le diríamos que es un buen cuento, de aquellos a propósito increíbles. Si insistiese que es cierto, lo mandaríamos a pasear.  Pero la pura y muy increíble verdad es que es cierto. >>>>>>>>