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tan totalmente de nosotros, con nuestra mano a diez centímetros de ellos, cuando, con sólo alguien caminando a orilla de un río o de una pileta, los peces disparan como flechas.

~  Las plantas sueltas, flotando en ingravidad justo debajo de la superficie del agua.

~   Y las medusas - ah, las medusas; ¡qué fascinación entre tantas fascinaciones! Invisibles desde lejos por ser translúcidas, aparecen a la vista de repente cuando ya bastante cercanas; pequeños hemisferios huecos, azul luminoso, con un dibujo como si fuese tatuaje oscuro sobre la translucidez de su membrana; y pulsando suavemente como una bomba; qué fascinante delicadeza, estas medusas.

() Parece que las medusas tienen tres maneras de proveerse de merienda: por enredamiento con sus tentáculos; por pegamiento en sus tentáculos; por descarga de veneno.

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Y pensar que estas medusas y aquellos pólidos, de tan diferentes aspectos, tamaños y vidas, pertenecen, por sus estructuras internas, al mismo grupo de los celentéreos, y los dos, en compañía, en el mismo grupo, con la hidra de agua dulce.

~   La propia sensación difidente del nadador, trocando la libertad de movimiento en aguas abiertas, por cautela, hasta aprensión, consciente de la necesidad de no percibir mal las distancias, de no hacer movimientos sin antes medir sus consecuencias por todos los costados, de no dejarse llevar por la corriente en situaciones donde ya no se podría maniobrar, todo ello, para proteger de daños tanto la naturaleza (los corales tardan muchísimo en crecer) como sí mismo (algunos corales cortan, otros pican; los erizos tienen espinas tales que algunos las utilizan para horadar en rocas y hasta en acero; y algunos erizos y algunas medusas son venenosos y venenosas).

Qué maravilla, ese mundo intramarino; tan extraño que, como ya dicho, parece otro planeta; un gran enriquecimiento para esta Expedición.


    
             Concha     (Trompeta Tritón)                                                        Estrella de mar   

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Hoy, hacia nuestra segunda meta, la zona general de Cap-Haïtien.

Siempre la misma aridez básica, siempre con el mismo verdor fértil cerca de las viviendas, vale decir en una franja ininterrumpida a lo largo de la ruta porque viviendas y gente siempre hay - y verdor no sólo de cocoteros y bananos y arroceras que es lo que se esperaría, sino también de grandes cantidades de tomates, lo que ya sorprende más.