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El 7 de diciembre, Colón empieza a explorar, con sus dos carabelas, hacia el este a lo largo de lo que hoy se sabe es la costa norte de Haití. Lo curioso es que, según el relato de esos acontecimientos, se puso en contacto con los naturales recién el 13, cuando, en los días anteriores, el propio relato toma nota de Colón bajando a tierra y maravillándose cuán hermosas eran las vegas, cuán labradas eran las campiñas, cuán melodioso era el cantar del ruiseñor y otros pajaritos.

No siempre todo sale a pedido de boca. El 14, cuando quiere salir de un sitio, tiene que regresar por vientos contrarios.

De todos modos, del 16 al 19 de diciembre, tiene su primer contacto con una autoridad, el cacique Guacanagarí. Tan amistosa fue la recepción, que Colón llama el sitio Puerto de Paz, hoy, Port-de-Paix. Este cacique comete un error mortal. Le obsequia a Colón una máscara de oro y un cinto con oro, evidenciando así la existencia de oro para robar en la isla.

La navegación por la orilla hacia el este sigue más tanteante que uno se imaginaría, pero ya más sistemática.



Catástrofe. 25 de diciembre, día de Navidad, 1492. La carabela Santa María se encalla y, a pesar de desesperados (como es fácil imaginarse) esfuerzos de la tripulación e ilimitada (como se debe admirar) ayuda de los naturales para reflotarla, se destroza en las mareas.

Colón se queda con una sola carabela - con todo el Atlántico, y corrientes y vientos desconocidos, entre él y España; y, para más precariedad y preocupación, una carabela que toma agua a pesar de haber sido remendada; y para peor mal, con más marineros que los que podrían caber en la única carabela restante.