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Así termina, más bien abruptamente, nuestro largo contacto con la cordillera de los Andes; y, curiosamente, por un derrumbe, después de haber transitado por tantos lugares, famosos por sus derrumbes en los países realmente andinos.



Visto de paso: ¡qué puntas esos cuernos!

Pueblo de Guanaré. Pequeño aeropuerto de bolsillo. Con permiso del policía de guardia, sorprendentemente civilizado - no porque nos haya dado permiso sino porque no se nos echó encima y más bien nos dejó la oportunidad de ir nosotros a verlo - aquí pernoctaremos.

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Hoy, dos grandes trabajos sedentarios: lavar ropa acumulada, en parte, desde Manaos; y armar posibles cronogramas detallados alternativos de lo que nos gustaría hacer después de Venezuela, para ver cómo mejor combinar y vencer los muchos escollos que nos serán impuestos, dentro de los tiempos perentorios que nos serán impuestos, hasta reunirnos nuevamente, Dios mediante, con nuestro vehículo, en Santo Domingo de la Española.

Otra noche en la tranquilidad del aeropuerto de bolsillo.

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Esta mañana, hacia Caracas; y hay que llegar hoy porque mañana, lunes, tempranito, empezaremos la empresa de poner en práctica nuestro cronograma preferido.

Ah, pero, después de una hora de viajar, habrá que apurarse ahora. De repente, los previstos 400 kilómetros del recorrido se nos alargaron de otros, imprevistos, 160 kilómetros. Acabamos de descubrirnos, con el entendible asombro, en un pueblo totalmente fuera de la zona donde creíamos encontrarnos, por una ruta a 90 grados de la ruta que creíamos que estábamos siguiendo. El error ocurrió en Guanaré mismo, en el primer kilómetro de esta mañana. Vamos a ver si los idiotas somos nosotros o los ingenieros de los carteles viales.

Por lo menos, vimos, sin haberlo planeado así, un poco de los llanos venezolanos.

Bien.  Retornamos a nuestro punto de partida de esta mañana.

Empezamos otra vez por exactamente el mismo camino, no solamente para encaminarnos correctamente sino también para detectar el punto de error. Llegamos al mismo indicador que vimos esta mañana, y otra vez nos manda sin conmiseración por el mismo camino de esta mañana. Pero nosotros, ahora >>>>>>>>