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dificultades por sus propios deseos y utilizó el último deseo que le quedaba para desear que volviera el estado anterior a sus deseos.

Algunas curvas nos hicieron dar totalmente de espalda al océano y nos encerraban en profundos pliegues de una sierra lo suficientemente alta como para tener sus cumbres tocadas, y hasta escondidas, por las nubes - a no ser que las nubes eran tan bajas; pero el efecto era el mismo. Algunas curvas nos dirigieron directamente hacia la inmensidad del océano, y no era difícil imaginarse que, con sólo estirar un poco el cuello, se podría ver, desde las alturas, las islas detrás del horizonte. Completos vuelcos entre mundos diferentes.

También hubo pequeñas aldeítas enhebradas en las contorsiones del camino, todas, territorio exclusivo de una población negra. Una vez, un trío de hombres se paró a charlar con nosotros y los encontramos muy formales a la manera muy especial de hombres de campo.

No sabemos qué nos van a deparar los kilómetros restantes antes de Caracas, pero lo vivido, estos dos últimos días, ya es realmente un espectacular finale totalmente imprevisto.

Pernoctaremos en un pequeño promontorio batido en sus tres costados por un olaje bastante fuerte.

Con todo lo que vimos hasta ahora de la costa venezolana, nos preguntamos dónde fue que alguien vio algo que le hiciera pensar en una Pequeña Venecia en la Venezuela de hoy.  ¿Quizás entre Cumaná y Güiria?

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Pasaremos el día de hoy, disfrutando de la vista y del retumbe de las olas a lo largo de la costa, todo, percibido desde nuestro promontorio un poco mar adentro - tanto la ininterrumpida fuerza ondulando desde la alta mar hacia la orilla, como su insistente, fatalista, testarudo, reventar contra la orilla en fantasiosas y fantásticas cabelleras albinas; y trabajando, se entiende.



Desde la playa, en  Los Caracas

Aparecieron unos diez o quince jóvenes dedicándose al deporte de deslizarse por las olas, unos olistas se podría decir, para no utilizar vocablos foráneos. Qué deporte más respetable, por la agilidad, el equilibrio, las reacciones en fracción de segundos, que requiere; y por su silencio, su no-destructividad de la naturaleza. Solamente nos preguntamos dónde está la liberación de la mujer, que no se ve ni una sola chica entre estos jóvenes. ¿Por qué será que tantas chicas se liberan para fumar, desarrollar cáncer, tener hijos fuera de matrimonio, pero no practicar un deporte sano?