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diversas formas variadas que también se ve en muchas otras ciudades. Pero uno, ostenta una forma, o mejor dicho, una idea, que nunca vimos en esta Expedición hasta ahora.

Es, si se quiere, un paralelepípedo; pero - en lo que debe de ser un desafío asesino a toda lógica de buen aprovechamiento económico de toda la superficie construida de un edificio, piso por piso - en este caso, los arquitectos se atrevieron a dejar volúmenes del edificio sin amurallar, dentro del volumen total, a varias alturas y de varios lados del edificio, dejándolos al aire libre como jardines bastante espaciosos. Una idea de técnica simple, apariencia muy diferente, y consecuencias económicas desafiantes. Es el edificio de la Petrobrás.


El edificio

RJ Casi los únicos edificios que parecen resistir la marea de modernismo son las iglesias, aunque también hay una iglesia muy moderna.

+ Las iglesias coloniales son del tipo habitual, pudiéndose mencionar como elementos de mayor nota: que una, la de la Candelária, es obvia, en el medio de la Avenida Vargas que la abraza; que otra, la de los Franciscanos, está escondida sobre la loma Santo Antônio, con acceso por un ascensor desde la Rua Santo Antônio; y que una, la de Nossa Senhora de Penha, está construida sobre una roca, y hay que subir peldaños que, estereotipadamente, se quiere que sean 365, para alcanzarla.

La obvia, en el medio de su avenida, por otra parte, tiene por dentro ciertos detalles llamativos. Son llamativos: los bancos para los feligreses, en forma de hileras de butacas de madera tallada; los púlpitos, por el contraste del color blanco del ángel que sostiene cada púlpito y del color negro de la baranda esculpida de sus escalinatas respectivas; también llama la atención justamente que haya dos púlpitos de igual importancia, uno a cada lado del altar; la cúpula de dicho templo, sin ser original, no está mal.

+ En cuanto a la iglesia super-moderna de los Capuchinos, desde lejos, pero desde muy lejos solamente, tiene una interesante forma de cono truncado, que da el deseo de ver la cosa de más cerca. Lamentablemente, de más cerca, la cosa cambia y para peor, muy peor. La construcción, toda de cemento industrial, consta, a más de las vigas inevitables, de un casco de estratos horizontales de miles de aletas, sobresaliendo cada capa inferior más allá de la superior; siendo, cada aleta un perfecto receptáculo de mugre, e inevitablemente pues, el conjunto, todo el templo, un montón de mugre, perfectamente repelente, tanto anímicamente como estéticamente. Un feo misántropo.

Siendo que la forma general es creativa y tiene sus proporciones, quizás se podría salvar el desastre cubriendo todas las aletas de cerámica, buscando incluso de yapa alguna combinación de colores, de manera que, principalmente, >>>>>>>>