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El otro tipo de mariposas era similar al anterior, salvo que la membrana de sus alas, en vez de ser de una transparencia incolora, era de una translucidez dorada.

Qué bellezas, ambos tipos - sin querer quitarle nada a la fascinante belleza, y fascinante variedad de dicha belleza, en las alas opacas, a veces como aterciopeladas, a veces como metalizadas, de las demás mariposas.

Por otra parte, escrutando estas mariposas, descubrimos algo que debe de ser de conocimiento público pero no era de conocimiento nuestro, a saber que la larga trompa flexible que mariposas y elefantes tienen en común para recogerse el sustento, es más larga, en proporción del cuerpo, en las mariposas que en los elefantes, por lo menos en estas mariposas.

Incidentalmente, nada de hermosos pájaros, de este lado brasileño. ¿Qué tucán o qué cotorra con un poco de dignidad y sesos se rebajaría a compartir un sitio con la barbarie de la hiper-civilización humana?

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La Garganta del Diablo, echa humo, no, perdón, agua pulverizada

Hoy, único punto saliente, decidimos buscar compensación por las interferencias del helicóptero en nuestro legítimo y pacífico goce de las cataratas - tomándolo nosotros también, para ver la cosa desde arriba. La vista es espectacular, sensacional. Los elegantes kilómetros de cataratas, el terrible abismo de la Entrada al Infierno.



La Garganta, de más cerca

Pero nada justifica este maravillamiento de pocos al gran perjuicio de todos, incluyendo los animales. Una buena fotografía global desde arriba, resultado de un vuelo único para siempre, puesta a disposición del público, sería muy suficiente para que éste se forme una idea - y quizás una idea mejor, por ser captable con más tranquilidad, que en la efervescencia del vuelo; y para que reine paz en el Cielo y la Tierra; y una fotografía así, muy buena e ilustrativa, ya existe y está en venta. Nosotros hubiésemos preferido, admirar sólo la fotografía, no haber tenido un pretexto para subir allá arriba, pero también no haber sufrido el trauma del helicóptero durante nuestras caminatas.

Así culminó nuestro contacto, desde tres ángulos, durante muchos días, con estas "cataratas del I-Guazú", del lado argentino, "cataratas do I-Guaçu", del lado brasileño, de todos modos, cataratas de I = Agua, Guazú = Grande, de las Aguas Grandes, en guaraní; o también con estos Saltos de Santa María - que de no otro modo podía haber llamado estas cataratas, según el estereotipo de la histeria de aquellos días, el primer invasor europeo en divisarlas, Alvar Núñez Cabeza de Vaca, en 1541.