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cielorraso, entre las columnas de hormigón, como en una de aquellas proverbiales celdas medievales; y este poco de lividez, totalmente inutilizado por un inmenso alero, de quizás dos metros de ancho, todo alrededor del edificio; además, para mayor seguridad de que no entraría ninguna luz, ni por accidente ni por reverberación, con todo el alero y el cielorraso, pintados de un marrón rabiosamente oscuro.

Otro caso cuando no hace falta más circuitos superelectrónicos ni más millones en dinero fuerte, sino, al contrario, menos ladrillos, menos azulejos, menos cemento, y más sesos en el cráneo de los arquitectos recibidos y aprobados por las altas autoridades.

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Esta mañana, por fin, recompensa de nuestra paciencia de burro: hermoso tiempo, Sol, cielo azul, todo lo que se pueda desear; empero, hasta eso no fue tan fácil; cuando amanecimos, el cielo era un tumultuoso amontonamiento de nubes, de todos tipos, y en varias capas - pero se presentía que algo iba a suceder; y, dos horas más tarde, acaba de suceder; total metamorfosis.

Fuimos a recorrer y fotografiar, por última vez pues, esta porción de las cataratas, con todos sus intereses, de delicados a tronadores.

Así, tuvimos además, un encuentro con otra maravilla, maravilla que, no por no medir más de dos o tres centímetros en vez de kilómetros, y no por no pesar más de un gramo en vez de incontables toneladas, fue menos maravillosa que las propias cataratas. Hasta se podría decir que tuvo más fascinación, por ser más inimaginable: una mariposa como nunca vimos y nunca nos hubiésemos imaginado que podría existir.

No se puede decir que era hermosa; como ya dicho, por acá, hay muchas mariposas hermosas y sorprendentes; no se puede decir que era más hermosa; porque más hermosa que la multitud de las otras mariposas no puede ser; además, no se la podría comparar con las demás mariposas porque era una mariposa como de otro mundo, una mariposa como inventada y hecha a mano por un artista - con el contorno y las nervuras de las alas, así como el cuerpo y las antenas, hechos de alambre, y toda el área de las alas rellenada por una tenue película de vidrio, quizás no totalmente incoloro pero perfectamente translúcido y hasta transparente.


 
                                            Antes                                                                                        Después

Una pura aparición de un cuento de hadas en el cual el héroe andaría por un bosque, encontraría una tal mariposa en dificultad, le ayudaría y, como recompensa y feliz final, descubriría que la mariposa no sería otra cosa que una princesa hechizada ... que así recobraría su forma de princesa - hermosa, naturalmente. ¡Y esas dos bolitas amarillas terminando las dos tenues antenas!