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decorativo tan sencillo como elegante - en esencia, unos arabescos de finas líneas paralelas, en color rojo - y, por añadidura, como fondo de dichos arabescos, un esmaltado a fuego blanquecino.



El tiesto

No hace falta ser arqueólogo para que dicho vestigio llame la atención. Pero ni siquiera arqueólogos saben explicar la procedencia de la pieza - ahora que, según nos dijo el encargado de la sección arqueología, en el Paraguay, para decir la verdad, no hay arqueólogos que sean arqueólogos.

De paso, aprendimos algo que no pertenece ni a flora, ni a fauna, ni a arqueología: a saber, que el llenado original del embalse de Itaipú tardó 14 días y 4 horas, a todo caudal. Ninguna querella con los 14 días, pero si fue realmente a todo caudal - ¿qué pasó, mientras tanto, con los usuarios aguas abajo del río?

Muy bien, llevándonos el interesante recuerdo de las maderas multifacéticas, de las mariposas bifacéticas, y del tiesto de alcurnia ignota, adelante.

Estamos cruzando el río Paraná, del Paraguay al Brasil, por un puente que, desde su calzada, parece ser no más que cualquier puente, pero que, por las estadísticas, es el puente de un solo arco de cemento mayor de la Tierra. Es la tercera vez que cruzamos este río. La primera vez, en Argentina, fue donde desemboca en el estuario de la Plata; la segunda vez, fue desde Argentina a Paraguay; y ahora, es de Paraguay a Brasil.

El tráfico es denso, como en una arteria céntrica de una ciudad, como no vimos en ninguna de las tantas fronteras que ya cruzamos, salvo, y no tanto, en Tijuana, de Vespuccia a México.

Ya sabemos que el río Paraná viene de Brasil. Pero lo interesante es de dónde en el Brasil. Nace cerquita de ... Rio de Janeiro, vale decir, por lo mismo, cerca del océano Atlántico. Y da toda esta larguísima vuelta por tierra adentro para finalmente desembocar en el mismo Atlántico, vía el estuario de la Plata.

En el puesto fronterizo paraguayo, antes del puente, nadie paraba, ni saliendo ni entrando, salvo los camiones de los cuales había kilómetros esperando en fila; y nosotros tuvimos que encapricharnos y entorpecer el tráfico para no dejarnos llevar por la corriente cuando buscamos un lugar para estacionar, que no había, para hacer sellar la salida en el sacrosanto documento de nuestro vehículo, lo más importante de todo - ¿a quién importa los pasaportes? - trámite que se hizo en un abrir y cerrar de ojo.

¿Cómo será del lado brasileño?

Estamos en el Brasil sin el más mínimo trámite, sin firma, sin sello, sin documentos; es que hay, según acabamos de aprender, un corredor franco, incluyendo la ciudad de Foz do Iguaçu e incluyendo un trecho de carretera, >>>>>>>>