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Se nos aclaró un misterio que nos tenía intrigados.

Sabíamos que la moneda del Brasil es el cruzeiro, pero, por radio, escuchábamos los Brasileños decir cruzados, y nos parecía bien extraña tal pronunciación de la palabra cruzeiro; pero como, por otra parte, escriben mil y pronuncian miu, y hasta su propio país no lo pronuncian Brasil sino Braziú, todo podía ser. Pero, ahora, nos avivamos. Según nos explicó un cambista callejero, la relación de cruzeiro y cruzado es la misma que la relación, en la Argentina, de peso y austral; cruzado es la misma cosa que cruzeiro con tres ceros menos. Los billetes de 100.000 cruzeiros fueron rebautizados 100 cruzados. Revaluación de una moneda al instante por el milagro de la contabilidad.

Se estableció mal tiempo, está muy nublado, llueve.

Nuestra próxima meta es las cataratas del Iguazú, a horcajadas en la frontera brasileño-argentina, ya sin contacto con el Paraguay, pero no lejos de acá. ¿Para qué apurarse? El agua tiene que estar en las cataratas, no en el cielo. Además, ya es de tarde, y nos esperan, en sucesión, dos fronteras, de Paraguay a Brasil, e inmediatamente de Brasil a Argentina, porque no hay paso directo, acá, de Paraguay a Argentina, si bien tienen frontera común.

Así que vamos a pernoctar por acá. Con la lluvia y la tierra colorada, no será fácil encontrar un lugar tranquilo.

Bajo la lluvia, entrevimos un parque muy arbolado, más probablemente un bosque natural parquizado, con un detalle como nunca vimos en otro lado, pero que tendría que existir en todas las ciudades, a saber con todos sus árboles, sin omitir uno, provistos de su nombre científico y de su nombre vulgar en un cartel bien claramente legible. Tendremos que volver para ver eso más detenidamente, y rezar para que todas las ciudades de la Tierra hagan lo propio.


El parque

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Esta mañana, ya no llueve, pero sigue muy nublado, por lo que sigue el poco apuro para llegar a las cataratas del Iguazú. Decidimos volver los pocos kilómetros a la playa de estacionamiento del Centro de Recepción de la central hidroelectrógena, y aprovechar su calma y sus comodidades limpias y modernas para trabajar, esperando que cambie el tiempo.

Apenas empezamos a trabajar - que es trabajo de escritorio, naturalmente - que acaba de ocurrirnos, así de repente, sin previas cogitaciones, no conformarnos con lo que vimos de la central hidroelectrógena de afuera; se nos ocurrió que tendría que ser muy interesante poder verla por dentro, y justamente no como duplicación de lo que ya vimos en otras centrales hidroelectrógenas sino, al >>>>>>>>