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bahía, en un mapa de Johan Ruysch, de Utrecht, de 1508; y también figuraba, con el topónimo de Mare Glaciale, en el globo terráqueo de Gemma Frisius, de Louvain, de 1537; todas fechas, bien anteriores a la fecha del descubrimiento oficial.

De esta versión de 1537 de esta bahía descubierta en 1610, vimos una copia. Es, además, interesante compararla con la versión moderna, tal como ocurrió con el antiguo mapa de Terra Nova, guardando presentes, en este caso también, todos los mismos conceptos en cuanto a las diferencias entre las cartografías de entonces y de ahora.

                              1537
                         
                                      
                                           h o y

¿Dónde está la verdad?

**  En segundo término, la bahía de Hudson fue una doble pérdida para su descubridor oficial - ya sea verdadero o supuesto. En dicha bahía, perdió Hudson su esperanza de que era ella el paso tan buscado hacia Catay y Cipango; y en ella perdió hasta su vida, cuando su tripulación amotinada lo largó a la deriva en una canoa.

*** En tercer término, fue esta bahía de Hudson la puerta de atrás por la cual se infiltraron los Ingleses en un territorio ya explotado por los Franceses: mientras los Franceses compraban pieles a los paraborígenes por el largo y dificultoso camino terrestre desde y hacia el Atlántico, los Ingleses, en secreto, compraban las mismísimas pieles cómodamente desde la orilla de la bahía de Hudson - por lo menos hasta cuando los Franceses se enteraron de ello, momento cuando se armó la confrontación.

Lo curioso, desde un punto de vista desapasionado, pero lo doloroso, desde el punto de vista francés, es que la fuerza motriz, el agente, de la expansión inglesa en perjuicio de la presencia francesa en la cuenca hidrográfica de la bahía de Hudson, en particular, y como consecuencia eventual de ello, de la presencia francesa en todo el este de América del Norte, en general, la famosa Hudson Bay Company, fue desencadenada por dos ... Franceses antagonizados con el Gobernador de Québec.

La desesperación francesa alcanzó eventualmente tal punto, que Francia llegó a ofrecer a Inglaterra un trato ventajoso: quizás Inglaterra preferiría recibir de Francia la hermosa, lujuriante isla de Guadalupe - robada a sus paraborígenes, comentamos nosotros - a cambio de los inútiles, helados, yermos canadienses - robados a sus paraborígenes, comentamos nosotros. Un precursor del trueque, en 1904, también de cosas robadas, también entre Inglaterra y Francia, según vimos en Terra Nova.