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Aires, porque, durante toda nuestra estadía, el tiempo nos acompañó muy favorablemente; y no nos extraña que alguien haya exclamado alguna vez: "¡Qué buenos aires son los de este suelo!"

Primero, nos tocó debatirnos por un ambiente deprimente, fiel análogo de las afueras de La Paz, con su tráfico casi exclusivo de camiones de todo tipo, sus calzadas rotas, sus basuras en la calzada. Luego, empero, emergimos, con sorpresa, sobre una buena autopista, como no se nos habría ocurrido que podría existir en la Argentina, corriendo por una linda campiña verdeante, de predios no muy extensos, algunos, agrarios, otros, vacunos, y uno, equino de deporte. Autopista y campiña que, alrededor de La Paz, no puede, lamentablemente, ni soñarse.

Nunca sabremos si la autopista es una autopista de verdad o un principio, porque pronto desviamos por una carretera mucho menos espectacular; pero con su ambición propia, ya que pronto se elevó sobre un macizo terraplén para cruzar aquellas antiguas extensiones hacia el interior del continente del estuario de la Plata, hoy, tapadas por los incompletos aluviones del río Paraná, aluviones todavía cubiertos por los bañados, y cortados por los ramales y ramificaciones, del río.

Cruzando el Paraná y sus aluviones, tuvimos un telecontacto con Rio de Janeiro porque, sí, es allá lejos que este río tiene su fuente.

Aquí, en este lugarcito que encontramos, por suerte, al lado del terraplén para pernoctar, caminamos hasta la orilla de una pequeña laguna invadida por plantas acuáticas. Desde una distancia, no pudimos creer nuestros ojos. Desde cerca, tuvimos que creer nuestros ojos: el agua está sobrepoblada de tal cantidad de peces que, de sacarlos todos, el nivel del agua tendría que bajar un poco. Todos los peces están con sus bocas a medias en el aire; ¿será que les falta oxígeno en el agua?



Se parecen a aquellas truchas de aquel criadero

En las pocas horas que viajamos hoy, vimos dos trágicos resultados de la manía de muchos conductores argentinos de creerse corredores de carreras: un coche volcado y aplastado, y un coche literalmente partido por la mitad y hecho encaje de metal al chocar contra un camión cisterna. La cabina del camión también quedó destrozada.

Ah, sí. La denominación Mesopotamia en esta parte de la Tierra puede sorprender sólo a aquellos que no prestan atención a su significado. 
    Esta zona de la Argentina, entre el río Paraná y el río Uruguay, es real- y literalmente meso-potámica. 
    Asimismo, la provincia argentina de Córdoba - la que mencionamos como punto de aterrizaje de algo volador - en el interior del país, es realmente mediterránea, medi-terránea, como los Argentinos suelen llamarla.

Mañana, veremos qué tal es el Uruguay.