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para accidentes, comida, cosas de dormir adecuadas para grandes fríos; todo lo que, felizmente, tenemos; ah, sí, y también nos preguntaron si teníamos una pala; sí, tenemos; lo que ni vieron, fueron nuestra hacha, nuestro tronchador, nuestro malacate eléctrico y la reserva de querosén para las estufas.

Y ahora, un buen desayuno - si es que se puede hablar de desayuno a las once de la mañana - el resto de los panqueques de trigo sarraceno de anoche y nuestra habitual infusión de yerba mate y otras yerbas.

Por fin, estamos viajando más hacia el norte; por la tierra prohibida.



Nuestra meta: Chisasibi

La carretera, la tenemos toda para nosotros. Está cubierta de nieve, a veces compacta, a veces fresca, según cómo y cuándo nevó en cada sección. De hecho, está nevando intermitentemente. Observamos que nieve seca polvorienta es mucho mejor que lluvia o que nieve húmeda porque, por su poquísimo peso, nunca llega a tocar el parabrisa; la cortina de aire formada por el movimiento del coche la desvía hacia arriba o los costados.

Son las dos y media de la tarde; la carretera sigue toda nuestra, sin alma viva desde el puesto fronterizo, y cubierta de nieve de consistencia variable, pero nunca húmeda - al contrario, sopla un viento bastante fuerte y levanta nieve por nubarrones; lo ...

Nunca se sabrá la continuación de lo anterior.

En el momento de la última palabra, nos encontramos, en un abrir y cerrar de ojos - y todavía estamos - en una situación que podría terminar en drama - si bien no pensamos que eso ocurra porque estamos bien aprovisionados.

En menos de una fracción de segundo y sin previo indicio, el vehículo disparó totalmente fuera de control; y estamos hundidos en quizás un metro de nieve en la zanja al lado del camino - una zanja suficientemente profunda como para que el vehículo casi no se vea desde la calzada, y, por lo tanto, pueda quedar desapercibido por algún eventual tráfico.



¡Brr!   ¡Y con 30 bajo cero!

En estos momentos, nos gustaría que la carretera esté un poco menos nuestra. Pero estamos en nuestra tierra prohibida donde el común de los mortales no pisa; y aun para un eventual e improbable tráfico interno, hoy es el primero de enero, y mañana es un domingo, así que, hasta el lunes, parece que no hay esperanza que nos descubran.

Por la grandísima duda, como primera medida, trabajamos como condenados para establecer marcadores en la calzada para atraer la atención. En esta oportunidad, nos vino muy bien nuestro viejo machete comprado, ya hace tantos años, en la frontera entre Argentina y Paraguay; parece que ya hace 27 años.