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por la tierra en el aire. Ahora, la carretera parece un túnel de viento, especialmente diseñado para poner a prueba, al conductor en el manejo de un coche caprichoso y, por el aullido, los nervios de todo el mundo.

Lo peor es que, por el bochinche imperante, estamos viajando sin uno de los controles, quizás el control más importante, del funcionamiento correcto, y por lo tanto seguro, del vehículo: el control auditivo del andar.

En ciertos sitios, amenazan tremendas nubes grises que son nubes de polvo levantado por el viento.

La topografía se volvió otra vez llana, si bien en dos pisos, con llanuras bajas en los fondos y llanuras altas en las mesetas.

Estamos en la huella esteparia de casi 100 kilómetros que une la carretera principal y los así-llamados Bosques Petrificados.


Camino a los "Bosques Petrificados"

Todavía a unos 56 kilómetros de nuestra meta, vamos a pernoctar en el medio de la estepa; pero, no más guanacos o ñandúes o abaturdas u otros pájaros que sólo un ornitólogo o un paisano, cada uno en su nomenclatura, podría nombrar.

Mientras admiramos hermosas policromías y poliformas nebulosas del anochecer, otra vez, por casualidad, dimos con música clásica, y otra vez, de Montevideo, de la emisora Sodre; hoy, por la distancia que recorrimos hacia el norte, mucho más nítida que ayer. El increíble alcance de esta emisora uruguaya es muchísimas veces mayor que lo necesario para cubrir el Uruguay entero mismo.

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La huella que, esta mañana, nos hace retroceder millones de años, serpentea por una topografía a tono con el tema; lado a lado, trechos de llanuras, cuencas de vastas dimensiones horizontales en combinación con una profundidad casi nula, pilares sedimentarios coronados de grandes rocas, lomas redondas, mesetas de rebordes recortados con notable nitidez e increíblemente chatas, mostrando el nivel anterior de toda esta región.

La huella misma refleja el eclectismo del ambiente; con cambios frecuentes incluyendo, trechos lisos y blancos como talco, trechos de canto rodado, trechos de rocas volcánicas, algunos trechos, de color rosa, y algunos, de puro barro seco que, después de una lluvia, que debe de ser infrecuente pero posiblemente torrencial en este desierto, seguramente se vuelven impasables.

A veces, tenemos que detener la marcha totalmente para emprender el próximo trecho totalmente a paso. El ambiente general, en su aridez, colores y formas, >>>>>>>>