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hacia abajo, admirando el muy pintoresco entorno de Ushuaia, de repente nuestra mirada fue magnetizada hacia arriba: alto, altísimo, otro cóndor.



Ushuaia

Pues sí, llegamos a ver los dos tipos de pájaros tan contrastantes que, hace solamente pocos días, era todavía sólo un deseo nuestro de ver: pingüinos y cóndores.

Ushuaia.  Veamos.

Va acabándose el día, si no en términos de luz solar, en términos de horas en el reloj. Salimos de Ushuaia, y estamos por pernoctar en el Parque Nacional Tierra del Fuego, el parque nacional más austral de la Tierra, como no podía ser de otra manera - hasta que alguien establezca un parque nacional en la Antártida.

Durante el día, vimos y aprendimos lo siguiente.

Visitamos el museo local.

El 95/oo de sus pertenencias es lo mismo que se puede ver, en una forma u otra, en muchos otros museos, pero el 5/oo restante es tan asombroso que es lo único que recordaremos de dicho museo.

Resulta que había en Ushuaia una famosa cárcel como las hay, o había, en varias otras partes de la Tierra, lejísimos de los centros poblados, para los recidivistas. Finalmente, en 1947, se cerró; por razones demográficas-políticas, porque nadie, de las provincias argentinas, quería venir a poblar este territorio en tan extraña compañía, a pesar de todo lo bueno que pasaba adentro.

¿Qué relación hay entre el museo y la cárcel? Pues, no cualquier malhechor, incluso recidivista, se merecía el honor de venir a parar a esta cárcel. Ya tenía que ser alguien con inventiva, determinación, afán de proponerse desafíos, o sea alguien con carácter, aun cuando del lado equivocado de la ley, en vez del lado aceptado de la ley; algo como Al Capone en vez de Napoleón. Y, si bien algunos de los presos, antes de ser apresados, habían expresado su carácter creativo únicamente de manera delictiva, otros lo habían expresado, cuando todavía libres, con igual éxito, de manera lícita como de manera ilícita; así, entre otros, resultó haber, entre los presos, talladores de madera, un herrero fino, y otros. Y éstos, en la interminable eternidad de la penitenciaria, propagaron la semilla de su creatividad lícita a algunos de los presos que nunca habían conocido una exteriorización lícita de su fuerza de carácter. Y así se creó, dentro de la reclusión de la cárcel, un centro artístico, algunas de cuyas obras se conservan ahora en el museo; y obras sorprendentes son - no de artesanía sino de arte.

Por ejemplo, un secreter con tallados notables; un juego de ajedrez; un cofre indescriptible que haría honor a más de un gran museo; un tintero; un costurero; unas cigarreras; un cofre tallado como filigrana de madera; reproducciones a escala reducida exacta de implementos como ser cocinas a leña - de las complicadas, incluso con tanque para agua caliente, como se acostumbraba antaño; también un óleo sobre tela.   Y en el renglón de las >>>>>>>>