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A escasos kilómetros de Puerto Hambre, se yergue un monumento indicando el centro geográfico de Chile. ¡El centro geográfico de Chile, en el estrecho de Magallanes! Es que los Chilenos, como ya notado, toman sus pretensiones sobre su tajada de la Antártica muy en serio. Hasta en sus boletines meteorológicos, siempre, sistemáticamente, incluyen dicha tajada antártica - que ellos consideran chilena a igual nivel con la capital Santiago o cualquier otro rincón del país. Y siendo, pues, que el Chile de los Chilenos se extiende desde la frontera con el Perú hasta el mismito polo sur geográfico, es por aquí que se da la mitad de la distancia entre ambos extremos, y, por lo tanto, dicho centro geográfico.


El monumento

Cuando el viaje ida de Punta Arenas a Puerto Hambre era para nosotros sólo un proyecto en el futuro, nos preparábamos a tener que recorrer alguna huella intransitable, y a tener que meternos en algún lugar desolado. Pero no; el camino, de ripio por cierto, es muy transitable, a punto de permitir en muchos casos una velocidad de 70 kilómetros por hora. Pero no; a todo lo largo de la distancia, unos 54 kilómetros, se ve algún tipo de edificación, desde casuchas precarias de pescadores, hasta casas de fin de semana bien puestas.

En el Estrecho mismo, hay kilómetros de bancos de algas.

Llegamos al muelle, en un torbellino, 10 minutos antes de las 9 para la salida de las 9. Pero lo curioso del caso fue que la barcaza todavía ni siquiera había llegado, ni siquiera estaba a la vista. Así que, aquí estamos esperando ahora, preguntándonos por qué nos apuramos tanto.

También nos preguntamos, desde la comodidad de nuestro coche, cómo lo aguantan todos los pasajeros de a pie, esperando la barcaza en el viento bastante fuerte y frío; y cómo lo aguantan cuando llueve por encima; y cómo aguantan un apuro de ir a satisfacer sus necesidades - que pueden ser más de lo común en la intemperie.  ¿Cómo puede ser que no haya un tinglado, un alero, algo?

Mientras esperamos, nos acordamos de que aquel día cuando regresamos a Punta Arenas para la gomería, aprovechamos para echar un vistazo al cementerio.

Este cementerio es tan sorprendente, sino más sorprendente, que toda la ciudad, por su incongruencia con estas latitudes apartadas de América. No hace falta ir a ningún cementerio burgués de algún reconocido centro mundial para ver un muy extenso cementerio con todos los atributos de estratificación social aun post-mortem, desde mausoleos familiares que serían lindas viviendas para muchos vivientes, en avenidas de árboles tallados; hasta nichos de pura utilidad relegados en los arrabales de la ciudad de los muertos.

Asimismo, nos acordamos de que, aquel día en Punta Arenas, también nos abordaron dos periodistas, de dos radiodifusoras diferentes, para entrevistas.