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vespertina, despreocupadamente.  Bien saben cuál es la mejor comida.  Y, eventualmente, vimos liebres como nunca antes; y las vemos ahora. Hay ocho, hay doce. Algunas, comiendo; algunas, jugando entre sí; algunas, explorando el mundo hasta por debajo de nuestro coche. Qué privilegio, ver esta vida habitualmente secreta desarrollarse tan naturalmente ante nosotros.

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*

Al ventisquero Moreno.

Todavía parece faltar bastante en kilómetros de curvas, pero ya lo vislumbramos fugazmente.

Ahora, desde el punto más cercano que se puede alcanzar con coche, se domina la totalidad de su superficie, incluyendo los dos glaciares superiores que confluyen para formar el ventisquero mayor; pero sólo parte de su frente, porque este frente es convexo.

Nuestra primera reacción fue un poco decepcionada, que eso lo hemos visto, multiplicado por 500 ó 1.000 o quién sabe, en la isla Ellesmere.

Nuestra segunda observación es la absoluta desintegración de la superficie del ventisquero, surcada que está por miriadas de profundas grietas que no dejan un solo espacio entero, en contraste con aquel ventisquero que vimos en Banff/Jasper, Alberta, donde se podía viajar por su superficie en vehículo de oruga.  Aquí, ni un helicóptero podría siquiera posarse en él.



Ventisquero Moreno, todo en puntas

Así, nuestra atención fue desviada de su fijación en megalomania comparativa hacia su cauce natural de buscar el interés, aun escondido, donde esté.

Busquemos.

Buscamos, y encontramos lo siguiente.

Desde la plataforma de estacionamiento, hay un sendero habilitado cuesta abajo hacia una explanada de observación - no muy abajo sin embargo, si no, pobres turistas; y luego, sigue un poco más abajo, pero no mucho más, para los intrépidos, terminando con imperativas advertencias de no pasar, por peligro.

Bueno, a veces se nos ponen los sesos tan tupidos que no sabemos leer ni vemos peligro.

Seguimos bajando sin beneficio de senda preparada, hundiéndonos cada vez más, cada vez más dominados por un gigantismo azulado y agrietado. Podríamos haber bajado más todavía, al nivel mismo del pie del ventisquero, pero ya así había bastante para percibir.