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Hoy, 25 de diciembre, amanecimos todavía en el mismo lugar; y con una temperatura - temperatura de verdad - increíble para esta zona y esta estación del año: una mínima de +13 grados adentro del vehículo, y +11 grados, afuera.

Estamos viajando hacia la punta norte de la península de Michigan, hacia la tenue unión entre los lagos Michigan y Huron.



Búfalos antes de Traverse City

La carretera está muy buena si bien del tipo segundario como a nosotros nos gusta para ver mejor el país por donde pasamos.

El tiempo es absolutamente increíble: la temperatura está en los 15 grados y hay Sol.

Hay muchos frutales en esta zona, manzanos y cerezos; pero se nota más y más bosques, cada vez más extensos, tanto caducifolios como coníferos.

Los árboles de hojas caedizas, sin sus hojas, muchas veces presentan una composición de colores y formas muy interesante, lo que ya vimos en otras partes, pero aquí es más notable. La gente que viaja en verano solamente, se pierde esta riqueza y variedad en árboles hibernando.

Vimos árboles con el tronco marrón pero las ramas de un amarillo bastante violento; en este momento, estamos mirando árboles con el tronco como plateado y la punta de las ramas de un rojo muy oscuro, casi marrón; se ve, de vez en cuando, mechones de arbustos de un color rojizo oscuro, pero no débil sino bastante saturado. La mezcla de los susodichos colores con otros colores que ni nos atrevemos a describir, contrastada con colores más habituales de invierno como ser de pasto seco y árboles grises, ofrece un paisaje que merece la apreciación visual, y hasta ser puesto en tela por un pintor. Muy interesante.

Acabamos de pasar por un interesante caso de condiciones meteorológicas por tajadas.

La secuencia empezó cuando, en tiempo soleado estable, de repente nos encontramos envueltos - envueltos como en denso, apretado, capullo - en una niebla y una semi-oscuridad amenazantes; lo curioso del caso fue lo repentino del cambio: pareció como si, en el mismo acto, se hubiese cerrado una caja con el Sol y abierto una caja con la niebla y la oscuridad; después de un tiempo no muy largo, ocurrió la inversa: tan de repente desapareció el ambiente amenazante y otra vez nos dio la bienvenida un cielo claro; y luego, otra vez, tan repentinamente como la primera vez, nos envolvió una niebla espesa y una oscuridad que ya también empezaba a ser la oscuridad del anochecer.

Ante tales condiciones adversas, y por el peligro que presentaba el viajar en la niebla y la oscuridad, decidimos encontrarnos un sitio para pernoctar a pesar de que son solamente las cinco de la tarde; y aquí estamos.