español english français česky

Bogotá y que, por su desaparición, nos obligaron a tantas vanas, estériles, diligencias, y, finalmente, a volar a Miami.

En la correspondencia acumulada en Nueva York que nos hicimos mandar a ésta, encontramos, en un sobre oficial, y a pesar de ello, roto, de la administración de correos de Vespuccia, ¿qué? nuestros documentos del servicio de inmigración de Vespuccia esfumados. Con toda solicitud y eficiencia, si se quiere, los servicios de correo de Vespuccia, ahora nos los mandaban con una nota explicando que se los había encontrado perdidos y abandonados, desprovistos de su sobre original, por haber sido roto y abierto el sobre original por la maquinaria que procesa la correspondencia. A lo que nosotros agregamos con amargura - ahora, después de un año, y en un sobre que, a su vez, está roto, y del cual nos preguntamos cómo no se cayeron otra vez los documentos. ¡Tanto tiempo y tanto dinero perdidos por las combinadas ineptitudes del servicio de inmigración y del servicio de correo de Vespuccia!

Y mientras iba ocurriendo todo lo anotado, nuestro hipermercado seguía su propio curso.

Hubo unas semanas con diversiones de poníes gratuitos para los niños. Ahora, hay una calesita todos los días; siete horas, nada menos, por día. Los adornos van siempre cambiando. Payasos disfrazados de pollo, de cerdo, de zanahoria, de vaca, van deambulando, tanto por la playa de estacionamiento como por el interior del mercado. Más bien agentes de vigilancia disfrazados de payasos disfrazados de pollos, etc.



La calesita

Y cuando anochece, los juegos de agua en la playa de estacionamiento se iluminan.

Un día, apareció una torta, de unos tres metros de alto y de unos nueve metros cuadrados de base, que, después de lucirse varios días, fue cortada en porciones, un verdadero trabajo de demolición, porciones llevadas gratis por quienes deseaban - y tantos deseaban que había cola.

Los sábados, domingos y feriados, hay música viva con un órgano electrónico, y los payasos se dan el gusto, de vez en cuando, de bailar al son de la música.

Un ambiente que se podría calificar de circo o de catedral del consumerismo.

Tratamos de mirar esta gente con ojos nuevos, o sea como mirábamos a los indígenas en otros lugares, o como aquellos indígenas, si fueran transplantados aquí, mirarían a estos indígenas.

La indumentaria, aquí, ostenta una tremenda variedad, en total oposición a la básica uniformidad de los indígenas y paraborígenes de allá, y sin embargo, sin duda, la vista de los paraborígenes e indígenas de allá es vastamente más >>>>>>>>