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~~ El Tahuantinsuyense congelado estaba prácticamente desnudo porque tenía sólo un taparrabo y un poncho de lana cubriéndole las rodillas.

~~ Así sobrevivió, si se puede decir, el súbdito tahuantinsuyense de carne, hueso y sangre, durante unos 500-550 años en la congelada majestad de su cumbre, y así está reducido, ahora, a la prosaica estrechez de su cámara frigorífica.

~~ Es prueba indudable de que, en casos muy especiales, los incas pasaban de sus habituales sacrificios de llamas a sacrificios humanos - pero humanos, o sea compasivos para con la víctima.

~~ Como contexto de lo anterior, se conoce, al presente, unos 110 oratorios de alta montaña, en su mayoría, una simple demarcación de piedras con evidencias de peregrinaje y ofrendas; y se conoce unas cinco acro-víctimas congeladas.

~~ Justamente, el 8 de enero de 1985, acaba de encontrarse otra acro-víctima. Todavía nada se sabe salvo que se la encontró en no menos que el Aconcagua, el cerro más alto de los Andes y de toda América, pero no en, ni cerca de, la cumbre sino a unos 5.200 metros, o sea un 75/oo de la altitud total. Siempre más o menos, se entiende.

Considerando que muchos de estos hallazgos ocurrieron durante escaladas que se había emprendido como primicias, qué cara habrán puesto los andinistas heridos en su ego, al ver que sus primicias no eran tales y por muchos siglos.

Lo interesante es que todos esos oratorios de alta montaña, firmemente conocidos como incaicos, no se dan en todo el Tahuantinsuyo sino solamente desde el sur del Perú hacia el sur.  ¿Por qué?

[] Entre las otras pertenencias del museo, las que nos sorprendieron y nos parecieron interesantes tanto, sino más, que el súbdito de los incas congelado, fueron las momias, después de tantas momias que ya vimos; momias en posición acostada, estirada, en vez de la habitual posición flexada, y no por influencia cristiana como fue el caso en Atacama, sino de épocas llanamente pre-hispánicas, de una variedad de fechas desde 1500 d.C. a 2000 a.C.; momias con el rasgo verdaderamente único de que conservan, algunas en grado superlativo, cada pelito de sus cejas y pestañas, y tienen su cabello tan abundante, limpio y bien peinado como nunca vimos hasta ahora, como si recién hubiesen salido de un salón de belleza.



Una de las momias

Primero, tuvimos la duda de que quizás eran pelucas, pero la gente del museo nos afirmó y demostró que no eran, no son, pelucas.

Finalmente, en este museo nos convencimos todavía más de las tremendas cantidades de grabados rupestres presentes en los Andes argentinos.  Grabados >>>>>>>>