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de manera clara, una emisora parte en guaraní parte en castellano, que resultó ser Radio Nacional de Asunción del Paraguay. Lamentablemente, todo lo escuchado durante 45 minutos fue de corte político y partidario, incluyendo la glorificación del natalicio de la Señora Madre, ahora difunta, del Excelentísimo Señor Presidente de la República. La música paraguaya, sí, parece muy atractiva, con sus arpas y su ritmo.

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Hoy, no salimos muy temprano; más bien salimos bastante tarde, y no por haraganes, se entiende; siempre, demasiado que hacer.

Seguimos bajando por lo que parece ser la única salida de la Cordillera en estas partes, una anchísima quebrada entre dos paredes casi verticales, de material muy friable, sumamente buriladas por la erosión, algo como lo visto cerca de San Pedro de Atacama, pero, en vez de estar solamente en tono gris como allá, luciendo toda la gama de colores pastel que ya admiramos en otros lugares, y con el agregado, aquí, de varios tonos de cardenillo o verdete, y de combinaciones de colores que, en el mundo de las modas, se llamarían distinguidas, como ser gris topo, pardo, siena, y otros aptos para la alta costura, ofreciendo, esta quebrada, por los permanentes cambios de formas y de colores, y de las varias combinaciones de estos dos elementos, un interés siempre renovado.

Lamentablemente, el piso de la quebrada, de pared a pared, es un puro pedregal, y, consecuentemente, el camino es muy malo; andamos a 20 kilómetros por hora, y es todavía demasiado rápido.

2.350 metros. Las faldas siguen tan desnudas como siempre, con sus colores minerales, pero el fondo de la quebrada se va cubriendo paulatinamente de verdor. Estamos redescubriendo - parece como si fuera descubriendo - la sensación desconocida de un camino bordeado por hileras de árboles. Pero el camino sigue igualmente malo.


Los colores de las faldas

Falta 50 kilómetros para Salta. Los colores de las laderas se apagaron. El camino sigue implacablemente malo. Este fondo de quebrada debe de ver grandes correntadas en la época de deshielo, o sea dentro de quizás tres meses. Cuanto más bajamos, tanto más diques rompe-correntada se ve por todos los lados, como bastiones estratégicos contra un asalto. Y ahora mismo hay cuadrillas de trabajadores construyendo vallas adicionales, algunas de cemento, algunas de piedras amarradas en tejido de alambre. Las caras de los trabajadores son mayormente paraborígenes, pero la cara del encargado de los trabajos ciertamente no lo es.

Y nosotros cruzamos ya una gran cantidad de vados, pero, felizmente, todos ellos sin dificultades, tan sólo como para mojarse las ruedas y quizás el chasís; salvo uno, un poco problemático porque presentaba dos pasos de cruce, >>>>>>>>