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se sabe qué se recibe.  Con todo, el sabor parece bastante bueno.

▪  También consiguió leche. También totalmente anónima. El envase de plástico no dice cuánta leche hay, ni siquiera dice que es leche. Ni siquiera hay una dirección de una planta envasadora o de algún responsable. ¿Dónde están los meticulosos envases de Vespuccia y de Canadá? Pero el sabor dice bien a las claras que no es leche fresca: es leche en polvo reconstituida. Después de la leche con harina de pescado de Lima, ahora, esto. ¿Cuándo fue la última vez que tuvimos leche fresca como la vaca manda? No nos acordamos. ¿Y cuándo será la próxima vez que la disfrutaremos?  Esperamos que en la Argentina.

También consiguió otro artículo de lujo: cuajadas puras y simples, sin azúcar ni otros agregados.

▪ También consiguió pan.  Mientras vemos, como cosa normal, gente haciendo largas colas esperando que abra una panadería y, literalmente, peleándose, cuando la panadería está abierta, por un pan del vulgar, aquí, tenemos un pan de harina integral y un pan de centeno, ambos de sabor muy bueno, y sin cola ni pelea.

Ya en el atardecer, volviendo a los dos incidentes de los tipos tendidos a todo su largo debajo del coche, como, efectivamente, para que se los viera lo menos posible, no sabemos por qué nos mereceríamos el honor, pero ¿no pueden haber sido tentativas, de armar un explosivo para hacer volar el coche y nosotros con él - o por lo menos, de sabotear los frenos o causarnos algún otro daño? Nos resulta mucho más imaginable este supuesto, por un motivo ideológico o psicópata - que el supuesto de un robo ... ¿de qué?

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Hoy, empezamos el día con una pequeña aventura.

Fuimos a comprar querosén.

Tuvimos que viajar 15 minutos hasta el punto de despacho. Nos encontramos con una aglutinación de quizás 180 personas esperando - no en alguna cola organizada sino en una masa amorfa; un despachante, y dos policías supervisando. Estábamos parados a quizás 50 metros, no sabiendo muy bien qué hacer, cuando se materializó cerca de nosotros un hombre preguntando si queríamos querosén. ¡Claro que queríamos querosén! En el tiempo necesario para llenar nuestras latas, teníamos querosén, sin cola, si bien con una propina. Y, aun con la propina, a un precio de super-regalo. Mientras tanto, la aglutinación humana seguía en lo mismo.


Esperando para comprar querosén

Luego, fuimos al Museo Nacional de Tiahuanaco, con la esperanza de ver los objetos descubiertos en el sitio arqueológico pero que no se podía dejar allí. >>>>>>>>