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Decidimos desafiar el sistema que, por otra parte, por lo que vimos, todos los turistas se tragan con anzuelo y caña sin parpadear. Descubrimos que todas las iglesias tienen horas de madrugada de acceso libre como Dios manda, para servicios religiosos; y los demás sitios, los visitaríamos cómo y cuándo lo quisiéramos o no los visitaríamos; hay bastante lugares de sumo interés, tanto en el Perú como en América toda, visibles o visitables de manera civilizada y lógica para no tener que someter su dignidad e inteligencia a semejante tiranía.

Por ahora, las cosas nos fueron bien.

He aquí lo visitado en estos dos días.

\►♦/ En los aledaños de la ciudad.

Sacsahuamán. Anotemos, primero, dos correcciones a este topónimo. Sajrsayhuaman. Con la jr muy gutural y el acento en la penúltima. Claro, algunos gringos no se hacen problema por tan poco y lo llaman, con característica falta de respeto, Sexy Woman.

  Sajrsayhuaman, el famoso imán turístico publicitado por la propaganda, y tragado por los turistas, como una fortaleza incaica.

  Por lo que queda, indudablemente debe de haber sido una fortaleza grandiosa dominando, en otros tiempos, la capital del imperio del Tahuantinsuyo desde lo alto de este cerro.



Sajrsayhuaman: otra  vez el famoso trabajo de la piedra

  Pero, en la realidad de hoy, se trata de solamente una fracción del perímetro de defensa original; fracción de 360 metros, es cierto; compuesta, en lo que queda, de una gigantesca gradería de tres murallas paralelas superpuestas en retrogradación, con 21 baluardes; todo, construido - que es lo único en verdad impresionante por la pericia que ello supone - con megalitos ciclópeos de muchas toneladas cada uno, sin embargo ensamblados con la famosa complejidad y precisión de la cantería incaica.

  Y si bien este fragmento de tres murallas en gradería es, en verdad, impresionante, no sostiene el interés; no será por nada que, en muchas fotografías publicitarias, se le agrega a las murallas el atractivo de un par de bonitas llamas.  Un Rajrchi sostiene su interés infinitamente más.

  Y por colmo, los turistas en manadas ovinas ven tan sólo el 50/oo de lo que hay para ver: ya sea se quedan al nivel de la plataforma de llegada de los microbuses turísticos, desde donde sí se puede apreciar lo ciclópeo del ensamblaje de los megalitos pero desde donde no se puede apreciar la estructura en gradería de las tres murallas porque, por la perspectiva, las tres murallas se confunden todas en una sola acumulación de piedras; o se van a pasear por los andenes entre las murallas, desde donde se ve todavía menos. Quizás un turista o dos de cada cien, de los que no vienen en una manada motorizada, tiene, o tienen, la luminosa inspiración de caminar quizás un >>>>>>>>