español english français česky

tales conexiones románticas existen solamente en nuestra cabeza; según nos dijo el director, no se les habían ocurrido tan lindas asociaciones - pusieron "Sol" porque no se les había ocurrido otra cosa.

→→ Quisimos comprar yerba mate; en todo Lima yerba mate no hay; en Nueva York se puede conseguir, pero en Lima, no.

→→ Descubrimos que se podía conseguir una de las famosas baterías para automotor vespuccianas; y como el acumulador que compramos en Quito, con garantía de un año, a pesar de ella ya se estaba partiendo y estaba perdiendo líquido cada día más, lo botamos con sus pocos meses de uso y nos compramos un acumulador tres veces más caro pero seguramente infinitamente mejor, con doble potencia, y cinco años de garantía.

  El almacén donde lo compramos es una sucursal de una de las más famosas cadenas de tiendas de Vespuccia. Entrar en esta sucursal fue ingresar, al instante, a cualquier sucursal en Vespuccia misma; todo, limpio, organizado, atractivo, bien iluminado, y hasta con baños públicos limpios, con agua y con papel.

  ¿Por qué será que, en una misma ciudad, en un mismo ambiente, una gente logra establecer y mantener cosas civilizadas y otra gente vive peor que chanchos?  Cuestión de mentalidad.

→→ Para el paganismo navideño, nuestro sereno recibió, el 24 a la noche, de sus clientes, sendos panetones ... y nos pidió que los guardáramos en nuestro vehículo hasta la madrugada siguiente para que ... no se los robaran. ¿Un chiste?  No; muy en serio; para que no se los robaran.



El sereno

→→ Vimos con asombro la estupidez y vanidad del agringamiento pasarse de su habitual desprecio implícito de lo propio para llegar al desprecio explícito de lo propio, y a la glorificación explícita de lo foráneo.

  En una vidriera, vimos con asombro una blusa con la leyenda impresa a todo color "California girls best in the world"; tuvimos que entrar y preguntar por qué una mujer peruana llevaría semejante blusa; preguntamos si sabían qué decía ahí, en la blusa; no, no sabían qué decía; el agringamiento no trae consigo la curiosidad de saber cómo se agringa uno; se horrorizaron cuando explicamos que la mujer peruana con esa blusa se menosprecia a sí misma y proclama la excelencia de las mujeres gringas; se horrorizaron. Y no es para menos. Estupidez humana. Un país, para existir y para ser respetado, tiene que merecérselo.

Así termina, pues, esta inexplicablemente larga estadía en Lima. Para terminar con una nota positiva, hay que destacar que no todas las ciudades tienen, como Lima tiene, calles anchas, árboles a cada paso, camiones de recolección de basura silenciosos, vistas variablemente amplias, el canto de gallos entre otros pájaros; y hasta ladrones gentiles que no quieren molestar sus víctimas, >>>>>>>>