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2.800 metros. Empezaron los consabidos ruiditos de los recipientes adaptándose a los cambios de presión atmosférica.

3.000 metros. Como predecible, las laderas, muy escarpadas, se han cubierto de una alfombra vegetal.

3.500 metros. La carretera sigue subiendo por un desfiladero de estrechez y profundidad a veces impresionantes, y reminiscentes del Cañón del Pato, con la diferencia de que, aquí, el desfiladero, en vez de correr recto, da muchas vueltas, y la carretera, todavía más vueltas; siempre en ascenso.

Recién, en un trecho especialmente apretado entre altas paredes, pasamos por debajo de una sucesión de tres puentes de hierro de una pared a la otra, a tres niveles diferentes; es que aquí la vía de ferrocarril, que sigue, naturalmente, el mismo desfiladero, tiene que torcerse sobre sí misma varias veces en un tipo de escalera para tren para vencer las diferencias de alturas.

Quisimos pararnos un rato para percibir mejor el conjunto pero, al instante, de entre las rocas surgieron dos individuos ordenándonos seguir camino, subrayando sus órdenes con el inequívoco lenguaje de un disparo de sus armas al aire - peor que en Guatemala. Por su propósito evidente de proteger las estructuras, probablemente fueron soldados, pero por su facha, en el primer momento, creímos que eran guerrilleros.

4.000, y subiendo. Hasta ahora, el pavimento tuvo muchos hiatos, pero ahora el asfalto es del bueno; quizás comprobaremos dentro de un rato que ésta es realmente la carretera asfaltada más alta de la Tierra, a 4.840 metros sobre el nivel del mar.

Siempre se ve alguna actividad minera. Es parte del tesoro de riquezas minerales del Perú, que contiene, así como venga, plomo, cobre, cinc, hierro; plata, bismuto, cadmio, estaño, oro; antimonio, tungsteno, manganeso, selenio, telurio, mercurio, vanadio; petróleo, carbón; sal, piedra caliza, mármol. Y hay minas hasta a más de 5.000 metros de altitud.

4.400 metros. Alcanzamos nuestra altitud más alta hasta ahora. La cobertura vegetal se volvió más escasa; así que tenemos la múltiple mezcla de colores, de los pastos, de las rocas, y de las manchas de nieve.

Ya vimos como media docena de camiones y autobuses varados con desperfectos serios; el último, con el diferencial abierto.

4.843 metros, según reza un cartel; o sea con el habitual fantasioso margen desconocido de otras exactitudes alrededor de esta exactitud. De todos modos, estamos en el punto culminante de esta carretera, en el abra Anticona, y sí, hay asfalto, es la carretera asfaltada más alta de la Tierra - si no se construyó otra, mientras tanto, en otra parte.



Sí, es lo que dice el cartel