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•• esta cordillera, que es uno de los dos sistemas orográficos más altos, quebrados, revueltos, secos, fríos y ásperos de la Tierra, como ya tuvimos, y tenemos ahora, bastante oportunidades de observar - y que, por si fuera poco, se extiende sobre unos 320 kilómetros en ... ancho;

••• y la parte oriental, la selva, que nos podemos imaginar después de nuestros nueve días a pie y en piraguas por la selva del Tapón del Darién/Chocó.

4.100 metros, y empieza la bajada hacia el Callejón de Huaylas.  No, error, no hay bajada. Estamos viajando por la llanura del páramo.

  Detrás de las leves ondulaciones del horizonte, van apareciendo y desapareciendo varios picos de la Cordillera, más exactamente de la cordería Blanca, como en un juego de títeres; la mayoría, de aristas cortantes y hasta puntiagudas - la primera vez que vemos estas formaciones en los Andes - algunas aristas, tan cortantes que no nos acordamos haber visto cosa parecida en las montañas Rocosas de Canadá tampoco.  Quizás es cierto que se pueda llamar este rincón la Suiza del Perú.

Pasando por el pueblo de Recuay. Hay bastante gente paseando ociosamente, hoy. Es el Día de los Muertos, 2 de noviembre. En Vespuccia ya terminó el episodio anual, de chantaje por los niños y de vidrio molido para los niños, conocido como Hallowe'en.

La cordería Blanca sigue inalcanzable en la distancia.

De hecho, en este momento, desapareció totalmente.

Llegamos a la ciudad de Huaraz.  Justo para el atardecer.

Como primera impresión, nos sorprende una nutrida presencia de turistas. Cuando decimos turistas, se entiende de cualquier parte, menos del Perú, y menos de toda América del Sur. Incidentalmente, innumerables veces pudimos constatar en los registros de visitantes de los centros arqueológicos o de los museos que los llevan, que hay visitantes de cualquier parte, desde Checoslovaquia al Japón, pasando por cualquier país que uno se quiera imaginar ... salvo de países sudamericanos.

Otra cosa que nos sorprende ahora es lo populoso y ruidoso que es Huaraz.

En el puesto de control de la guardia civil a la entrada de la ciudad, o mejor dicho del pueblo, inclusive con barrera bajada cortando la ruta, apalabramos la posibilidad de pasar la noche en la cercanía.



La barrera

Luego de dar una vuelta por la ciudad, quisimos ir a otro puesto de la guardia civil, a la salida del otro lado del pueblo, a ver si sería más agradable para nosotros.