español english français česky

Cabe agregar, un poco fuera del tema de los Chimúes, pero para dar una perspectiva al tema de los Chimúes, que los atrevidos detectores de contactos transoceánicos, tanto desde el levante como desde el poniente de América precolonense, no tienen fijación patológica en los Chimúes-Mochicas, sino que también encontraron indicios de transferencias culturales transoceánicas a América precolonense, tanto en culturas limitadas en territorio e influencia, como la gallinazo y la salinar, como en culturas de amplios alcances, como la chavín y la tiahuanaco.

Qué validez pueden tener, o no tener, estas ponencias de contactos transoceánicos precolonenses - especialmente en lo que a cosas tan intangibles y tan inmutables como la aritmética decimal se refiere - no sabemos; pero sabemos lo que vimos con nuestros propios ojos en el museo de Quito y en el sitio arqueológico de Copán - reflejos de Asia oriental que no pueden, o solamente por una casualidad sideral, haber brotado independientemente en dos sitios diferentes de la Tierra.

El interés de tanto disecar las fechas de los Chimúes no está en las fechas sino en la ilustración que ello ofrece de cuán salvador y cuerdo es, como ya dijimos, no trabarse con fechas exactas, y benévolamente aceptar una razonable elasticidad en las relaciones cronológicas entre las varias - que son muchas - culturas preincaicas.

Hay que reconocer, al mismo tiempo, que los pobres arqueólogos no tienen la vida fácil con una arqueología tan compleja y sin indicios escritos como puntos de referencia.

Para terminar con los Chimúes, en una nota más fácil, nos enteramos de una manera, sorprendente por su simplicidad, de encabar, o será engarzar, una piedra en un mango de madera, para hacerse de un martillo; casi sin trabajo, aunque, eso sí, con algo de paciencia: los Chimúes partían la punta de una rama joven en crecimiento, insertaban una piedra en el corte, y tranquilamente esperaban que la rama creciera firmemente alrededor de la piedra.

A pernoctar.

Así como, de día, tomamos en cuenta advertencias de que las áreas apartadas de las ruinas pueden ser peligrosas por asaltos - por lo que, en su oportunidad, estuvimos abriendo el ojo - para la noche, hemos tomado muy en cuenta advertencias de que toda la zona de las ruinas es bastante peligrosa después del anochecer, y nos corrimos a un pueblito a escasos kilómetros al norte de Chan Chan, que queríamos visitar en algún momento de todos modos.

Estamos pues en Huanchaco; y sí, va a ser muy bueno y tranquilo para pernoctar; a diez metros del incesante y fuerte olaje del Pacífico. Hay un puesto de la guardia civil, pero - milagro - no nos pidieron ningún documento, sólo charlamos amablemente un rato. Incidentalmente - milagro de milagros - en los últimos días, pasamos por varios puestos de la guardia civil y nadie nos pidió nada.


Los caballitos de mar, al anochecer en Huanchaco