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Después de dudar un rato, decidimos sin embargo ir a ver, en base a la teoría de que, como se dice, en el teatro, el espectáculo está tanto en la sala como en el escenario.  Vamos a ver.

Puerto Misahuallí. Está, como anticipado, fuera del mapa para decirlo así; sin embargo, es bastante más nutrido de gente que Puerto Napo.


Puerto Misahuallí

Es que Puerto Misahuallí tiene una industria: en contados minutos, vimos que aquí hay más gringos que monos; y parece que hay todavía más guías que gringos. Carteles por todas partes, en inglés, francés, alemán, y hasta en castellano, ofreciendo excursiones en la selva, de uno a diez días. Y con nombres desde Cayman Tour, hasta Sócrates Tour. Pero Božka recién nos mató cualquier ilusión, diciendo que seguramente no es por el Sócrates griego antiguo, sino porque el guía probablemente se llama Sócrates, sin siquiera saber de su ilustre tocayo predecesor. Sí, probablemente es así, es más lógico que sea así.

Hablamos con varios de los guías, hablamos con varios de los extranjeros.

Leyendo las líneas de los extranjeros, y entre las líneas de los guías, nos convencimos de que se trata de una empresa de explotación de las ilusiones de aquellos, especialmente Europeos y Norteamericanos - en el sentido real de esta palabra, se entiende - que todavía sueñan de legendas pasadas, de selva virgen, de indígenas por lo menos extraños si no feroces, de un exuberante zoológico en libertad; que se trata de una empresa, empero, con poco, para no decir nada, de lo susodicho, para materializar esos sueños en realidad.

Simplemente, las cosas ya no son lo que eran.

»  Los paraborígenes - salvo unas familias, más piezas de museo que otra cosa - son tan colonos como todos los demás colonos.

»  Animales en la selva no se ve. Para ver unos monos, del tamaño de dos o tres puños cerrados, y un jaguarcito asustado, hay que aventurarse por piragua una hora, para llegar a una isla donde susodichos monitos y jaguarcito están encarcelados. Naturalmente, se podría ir a un parque zoológico de cualquier ciudad grande y se vería mucho más.

»  Y la selva virgen tampoco ya está, porque una selva por donde disparan docenas de guías, cada uno con su decena de Nórdicos, ya no es una selva virgen.

Estamos empezando a realizar la inenarrable suerte que tuvimos de haber cruzado el Tapón del Darién. Qué diferencia entre nuestros guías, simples paraborígenes lugareños, que tuvimos que convencer para que nos llevaran por lugares donde ellos mismos no habían ido en muchos años antes, y estos guías, avezados comerciantes acechando las únicas presas que proliferan, hoy en día, >>>>>>>>