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Ultima anotación antes de caer muertos de agotamiento.

Esta zona de Macas, Sucúa y Limón, los Ecuatorianos la consideran como parte del Oriente; nosotros mismos vimos varios rótulos, comerciales y otros, incluyendo la palabra "Amazónica" o "Amazonia". Francamente, no nos parece que sea esto el Oriente; es todavía puramente la Cordillera, con todavía una cresta de 2.000 metros entre esta región y el Oriente verdadero. Y con más razón, no entendemos cómo puede considerarse esta zona como Amazonia, a no ser que, siendo la Amazonia el punto doloroso del patriotismo ecuatoriano, se atribuya la denominación Amazónica, Amazonia, a todo cuanto se pueda.

La verdad es que Ecuador no tuvo suerte con su parte de la cuenca amazónica; después de haber cedido grandes territorios a Brasil y a Colombia, vio, de lo que le quedaba de territorio amazónico, la mitad desaparecer en manos peruanas en 1942, una situación que Ecuador no aceptó y no acepta.

Todos los mapas de Ecuador en Ecuador continúan mostrando como territorio nacional el gran pedazo de zona amazónica que se extiende hasta la orilla del río Marañón, incluyendo así, como estando en territorio ecuatoriano, la ciudad ahora peruana de Iquitos. De manera que la superficie de Ecuador va de simple a doble según cómo se mire.

Dentro de este contexto, quizás se entienda que los Ecuatorianos llaman Amazonia y Oriente hasta lo que no lo es.

Mañana, enfrentaremos el largo y difícil camino de regreso a Cuenca.



Estatua que no se esperaría, en Gualaceo

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Estamos de vuelta frente a nuestro centro comercial de Cuenca.

Para el relato del camino de vuelta, es suficiente leer retrógradamente el relato del camino de ida. Todo se repitió fielmente en sentido inverso: pozos, piedras, curvas, Sol, niebla, lluvia, barro, con la diferencia agravante de que, mientras que, a la ida, el gran desnivel se presentó como una bajada, a la vuelta, se presentó como una subida. Tuvimos que andar más a menudo, a la vuelta, en primera velocidad, y hubo dos casos cuando ni ésta alcanzó para arrastrar el coche; tuvimos que recurrir a la baja.

Pero no nos podemos quejar; hace apenas diez años, ni siquiera esto había, todo era sendas de herradura. Hay que maravillarse ante la ciencia y el arte de los ingenieros viales; una cosa es seguir, como viajero, tranquilamente las sinuosidades horizontales y verticales de un camino, aunque sea sufriendo a cada metro, y otra cosa muy distinta es enfrentarse, como ingeniero, con un >>>>>>>>