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ciudad pero más meritorio hubiese sido concebir una iglesia moderna que se integre armoniosamente en lo viejo; moderno, es cierto, habitualmente quiere decir barato y chillón, pero moderno también puede ser muy distinguido.

En la catedral vieja, vimos el mundo al revés: las mujeres quechuas sacándose el sombrero como lo hacen los hombres en otras partes.



Vacas deambulando por las calles de Cuenca

Nuestro interés principal en Cuenca, empero, es otro: la controvertida colección de extrañas antigüedades del padre Crespi; colección doblemente controvertida, por una parte, porque tiene una supuesta conexión con un faraón egipcio, y, por otra parte, porque tiene una supuesta conexión con - ¿con qué? pues con los misteriosos objetos de la famosa cueva de Los Tayos-Táltosok Barlangja.

Según nuestra información archival, tenemos dos versiones.

1/ Por una versión, resultaría

que el padre Crespi, a más de cuidar sus ovejas en su iglesia de María > Auxiliadora, también era arqueólogo;
que estaba entusiasmado, por la idea de que las civilizaciones antiguas, o >>por lo menos alguna civilización antigua, de Ecuador, eran de origen >>egipcio, por la idea de que un grupo de Egipcios habría cruzado el océano >>Atlántico, y subido el río Amazonas hasta los Andes donde hoy se encuentra >>Ecuador;
que el padre juntó cuantos libros pudo sobre temas egipcios, fenicios y >>similares;
que distribuyó sus ilustraciones entre los paraborígenes, pidiéndoles que >>si, por casualidad, encontrasen algo parecido, se lo trayesen, que él les >>daría alguna compensación;
que durante 45 años estuvo acumulando así su colección, con artefactos >>locales y artefactos exóticos.

2/ Por la otra versión, todo lo anterior sería cierto, con solamente un problemita: que, evidentemente, a los paraborígenes les gustó lo de la compensación; y que empezaron a fabricar fielmente lo ilustrado, diciendo al padre que lo encontraban todo en tolas y otros lugares similares; y que para el padre, hipnotizado por su convicción, el mundo real dejó de existir, suplantado por el mundo de ensueño de su propia creación.

Una ilustración de estas dos versiones está dada por una de las piezas de la colección, un globo de metal amarillo, que, para el padre, era un globo terráqueo con unos glifos, y que, según la otra versión, es un flotante de un tanque sanitario con una marca de fábrica.

También sabemos que, en oportunidad de la reciente muerte del padre, el Museo del Banco Central en Cuenca tuvo una mano en las suertes de la colección.

Allí vamos.