español english français česky

Después de una buena distancia en llanura, la carretera empezó a subir, sin previo aviso, y notablemente;

 /  ya estamos a 500 metros encima del nivel del mar; aparecieron los primeros sombreros de hombre en cabezas de mujeres; y subiendo;
 / 900 metros; hay poca visibilidad distante, por la presencia de vapor de agua en varias densidades, desde nubes bajas hasta neblina ligera mezclada con humo - sin embargo se entreve muchos cerros muy por encima de nosotros;
 / 1.650 metros, y subiendo; si bien está por anochecer, apareció el Sol, produciendo toda clase de iluminaciones de las nubes y de los bancos de niebla.

No hay elección de lugares para pernoctar. Nos estacionamos en una plataforma al borde de la ruta, a 1.900 metros de altitud.

. .
*

Esta mañana, el tiempo está despejado; se ve la Cordillera, algo parecida a la de Colombia, con cultivos formando una tapicería abigarrada; hay un fuerte viento en ráfagas; la indumentaria local es, otra vez, puramente andina: amplias faldas de varias capas, ponchos que sirven para cargar de todo, desde criaturas hasta leña; los sombreros han cambiado: ahora, se volvieron de casquete hemisférico y se volvieron unisexo, los llevan tanto los hombres como las mujeres.

2.600 metros.

Recién nos paramos en el pueblito de Suscal porque había feria, una feria garantida no para turistas; turistas aquí no vienen.



Suscal

3.000 metros. Parados en algún lugar, no sabemos exactamente dónde, entre los pueblitos de Zhud y Juncal. Decidimos parar aquí, con el doble propósito, de ponernos al día con varias tareas ya impostergables, y de aclimatarnos al fuerte cambio de altitud desde el nivel del mar de ayer, en previsión de posibles caminatas, y por lo tanto de esfuerzo físico, en nuestras próximas visitas; el soroche puede tener consecuencias desde desagradables hasta serias; mejor prevenir, aclimatándonos a la escasez de oxígeno.

Llegó la noche, y la vamos a pasar aquí mismo, a 3.000 metros de altitud; el viento sigue desde ayer sin descanso, siempre por fuertes ráfagas, una tras la otra.

. .
*