español english français česky

civilización misteriosa, sino simplemente de uno de los muchos núcleos culturales diseminados antiguamente a lo largo y lo ancho del territorio ecuatoriano.

La pregunta es por qué, en vez de desmerecerlo en su ángulo oscuro, los distinguidos museógrafos no lo erigieron parado en el patio del museo para que se pudiera apreciar en toda la expresión de su altura y de sus tallados enredados.

En el mismo museo, hay una pequeña colección de tsantsas, aquellas cabezas humanas reducidas al tamaño de un puño por Jíbaros vindicativos. Lo curioso del caso es que las tsantsas conservan fielmente los rasgos de una cabeza - de la cabeza original - en vida. Se proclama a todos los vientos que este arte de conservar las cabezas de sus enemigos ya no se practica más - y puede ser que así sea en las zonas jíbaras limítrofes con la llamada civilización - pero también se rumorea que, más adentro de la selva, se sigue cortando cabezas.



Tsantsa

Vimos una tsantsa, con fascinante corte de cabello en mechón hacia el lado izquierdo de la frente, con el cabello fascinantemente pelirrojo, con un fascinante, abundante y por supuesto pelirrojo bigote - bueno, sin eufemismo ni circunlocución, la cabeza de un Anglosajón; sin mucha duda, de un misionario.  Tsantsanismo ya no intertribal, interracial.

Una de las tsantsas que vimos incluye el cuello y parte de los hombros, éstos igualmente achicados a la medida de la cabeza. Lo que sugiere la pregunta ¿y cómo es que no se les ocurrió a los Jíbaros achicar así todo el cuerpo de sus enemigos? Quizás se les ocurrió, pero no era necesario tanto trabajo para sus propósitos.

\gq/ También fuimos al Museo del Banco Central - no por alguna colección de >>>> numismática, sino porque, en Ecuador, todo lo arqueológico, en vez de estar en manos de museos especializados, se encuentra bajo la tutela y vigilancia de dicha institución bancaria.

Teníamos la información de que ofrece la mejor exhibición de objetos de oro precolonenses de Ecuador; queríamos ver qué podría ser, en comparación con el Museo del Oro de Bogotá que ya vimos, y con el Museo del Oro de Lima que esperamos ver algún día. Pero nos encontramos con que dicho museo es un edificio de reciente construcción, solamente una promesa de museo, con tan sólo unas pocas muestras embriónicas.

Así que, en la muestra de oro, pudimos ver solamente cuatro o cinco objetos de los orfebres precolonenses de Ecuador. Según nos explicó una funcionaria del museo, hay gran cantidad de otros objetos de oro, pero falta organizar el museo. De hecho, los objetos ahora mostrados ni siquiera tienen rótulos. Hace sólo quince días que los objetos fueron puestos en su lugar, y recién en los días venideros se les colocará las leyendas correspondientes. Nos maravillamos: ¿en quince días no encontraron el tiempo, o la tinta, o la cartulina, o la iniciativa, para confeccionar rótulos, aunque provisorios sean? ... Hm.